ABC (Andalucía)

La secta donde murió un niño por beber agua oxigenada vive sin televisor, libros ni vacunas

► La Comunidad foral de Navarra desconocía que los menores de la congregaci­ón estaban sin escolariza­r

- MIRIAM VILLAMEDIA­NA

Cuando llegaron los agentes de la Policía Foral de Navarra y de la Policía Local de Corella, el niño de 3 años yacía inconscien­te en el suelo. Intentaron reanimarle durante varios minutos, primero los agentes, y después los sanitarios que se habían desplazado hasta el lugar. Pero fue en vano. El pequeño había fallecido después de ingerir agua oxigenada.

Fuentes policiales explican a ABC que todo apunta a una ingesta accidental. Al parecer, bebió del agua oxigenada que empleaban para la limpieza, probableme­nte cuando lo que intentaba era beber agua normal. Los hechos ocurrieron en una nave industrial donde se elabora aceite ecológico, a unos seis kilómetros de la localidad navarra de Corella. El trágico suceso ha destapado la existencia de una comunidad que en algunos países está catalogada como secta, y que lleva asentada desde hace varios años en esta pequeña localidad navarra.

El niño y su familia pertenecen a las Doce Tribus, un grupo de personas que por apariencia y forma de vida estarían a mitad de camino entre los jipis de los 70 y los Amish americanos. Son antivacuna­s y en sus casas no hay televisore­s, ni radios, ni ordenadore­s. Siguen los preceptos del evangelio de Yahshua y se dedican a la producción y venta de alimentos ecológicos. De hecho, la nave dedicada al aceite ecológico era propiedad de la comunidad.

En Corella se calcula que viven aproximada­mente una veintena de personas entre menores y adultos. Uno de ellos es Prudencio. Aparenteme­nte es la única persona autorizada a hablar con personas del exterior porque, en una primera llamada, una mujer nos indica que mejor llamar más tarde cuando se encuentre una «persona que puede hablar». En una segunda conversaci­ón, Prudencio nos explica que están «tristes y dolidos» por el trágico fallecimie­nto y que espera que sus creencias en Dios les ayuden a sobrelleva­r el trago, pero declina dar detalles sobre su forma de vida.

Según el Testamento bíblico

«Hacen una interpreta­ción del Testamento bíblico a la vieja usanza», explica a ABC Juantxo Domínguez, presidente de la Red de Prevención Sectaria y del Abuso de Debilidad (RedUNE), de ahí que las mujeres tengan algunas limitacion­es. En la práctica implica, además, vivir aislados, sin apenas contacto con la sociedad y sin acceso a la tecnología.

Para Domínguez, que como la policía también piensa que la ingesta de agua oxigenada fue accidental, lo más preocupant­e es la situación de «indefensió­n» en la que se encuentran los menores. Porque los niños no están escolariza­dos y, según alertan desde RedUNE, tampoco se les permite llevar una vida de niños. «El juego infantil no existe», confirma. Los niños no tienen acceso ni a juguetes, ni a muñecos, ni a peluches y desde muy pequeños se les obliga a trabajar para la comunidad.

Tampoco tienen acceso a libros, y la única formación que reciben es la que imparte la propia comunidad. De ahí que muchas veces quienes consiguen abandonar la secta no tengan más que una formación básica que se limita a leer y escribir y a operacione­s matemática­s esenciales. Consultado por ABC, el Departamen­to de Educación de Navarra asegura que se han enterado de la existencia del grupo por los medios de comunicaci­ón y que no constan expediente­s genéricos sobre la falta de escolariza­ción de los pequeños.

Castigos físicos

Lo más preocupant­e para la asociación es el castigo físico que promueven en la educación de los más pequeños. Un manual interno en el que se explica cómo educar según los preceptos de las Doce Tribus al que ha tenido acceso ABC, promueve el uso de «la vara» como método de castigo a los menores. Asegura el texto que «hinchar al niño a besos» o «deshacerse en comentario­s de admiración» va en contra de sus preceptos. Frente a ello, defienden «aplicar la fuerza necesaria» para cambiar el comportami­ento de los más pequeños. «El castigo es la fuerza física legítima que los padres han de utilizar al corregir o frenar la rebelión del niño», puede leerse.

Los testimonio­s de quienes han abandonado el grupo en los últimos años confirman estas prácticas. En Alemania varios miembros de las Doce Tribus fueron condenados por causar daños a un niño al golpearle con una vara de más de un metro.

Para RedUNE no cabe duda del comportami­ento sectario del grupo. Generalmen­te sus miembros ingresan atraídos por la vida ecologista y en comunidad, explica Domínguez. Sin embargo, una vez se trasladan allí, les terminan obligando a dejar sus trabajos y a perder el contacto con familiares y amigos del exterior. Además, todo el patrimonio de los nuevos integrante­s también termina cedido al grupo.

«Así es como han conseguido comprar todas las propiedade­s que tienen», asegura Domínguez. Las Doce Tribus llegaron a España en 1994 procedente­s de Francia, y en la actualidad cuentan con un importante asentamien­to en Guipúzcoa. Cuentan con un caserío en la zona del monte Ulía de San Sebastián y un asentamien­to «grandísimo» en la localidad de Irún. Incluso regentan un restaurant­e y un comercio situado en una de las mejores zonas de la capital guipuzcoan­a. Abandonar el grupo no resulta sencillo al haber cedido todo el patrimonio y haber perdido el contacto con familiares y amigos.

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// ABC Los niños de las Doce Tribus tienen prohibido el acceso a juguetes y desde pequeños están obligados a trabajar

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