ABC (Andalucía)

ABUELO Y NIETO, UNIDOS POR EL DEPORTE : ASISTE A UN PARTIDO DE PABLO URDANGARIN

- JESÚS HIERRO

Fue caprichoso el azar, o más bien el calendario deportivo. El mismo fin de semana en el que Don Juan Carlos recalaba en Sangenjo, como primera parada de su breve regreso a España después de casi 22 meses en el extranjero, su nieto Pablo Urdangarin disputaba un partido de balonmano en la cercana Pontevedra. El padre del Rey no dejó escapar la ocasión de ver al segundo hijo de Doña Cristina e Iñaki Urdangarin, y recorrió los 15 kilómetros que separan a la capital turística de las Rías Bajas de Pontevedra para encontrars­e con su nieto.

Don Juan Carlos entró al pabellón cuando el partido ya había comenzado. No hubo ni aplausos ni abucheos a su llegada, pues el público local estaba más pendiente del importante partido que jugaba su equipo, el Cisne de Pontevedra, que si ganaba ascendía a División de Honor, que del padre del Rey. La mayoría de los asistentes, posiblemen­te, durante la primera parte del partido ni se percataron de que estaba en la grada. Solo en el descanso, al anunciarse su presencia por megafonía, y cuando Don Juan Carlos llevaba ya más de media hora en la grada, el público le dedicó un aplauso. No fue una ovación atronadora, pero tampoco se percibiero­n abucheos de fondo. El público estaba a otra cosa. Habían ido a ver balonmano. Y punto.

Saludo con su nieto no hubo hasta el descanso. El dorsal 77 del Barça, concentrad­o en el partido como estaba, levantó la mano desde la distancia para saludar a su abuelo. Pablo Urdangarin, por otra parte, había sido el jugador más aplaudido durante la presentaci­ón de los equipos, previa al partido, cuando su abuelo aún no había llegado.

El esperado saludo entre abuelo y nieto no se produjo hasta el final del encuentro. Mientras los aficionado­s del Cisne saltaban a la pista para celebrar con sus jugadores el ascenso a Liga Asobal, logrado después de su victoria contra el Barça, Urdangarin se acercó a la grada para ver a su abuelo. El público se percató y aplaudió entonces el gesto entre abuelo y nieto, para a continuaci­ón sumergirse de nuevo en la celebració­n del ascenso de su equipo.

Después de pasar el día en el mar, siguiendo de cerca las regatas, Don Juan Carlos se había subido al coche de su amigo y anfitrión en Sangenjo, Pedro Campos, para desplazars­e al pabellón municipal de Pontevedra. Por sus limitacion­es de movilidad, necesitó de su bastón y de sus ayudantes para sentarse en la grada. Allí siguió el partido de su nieto junto a Campos, y también con Pedro de Borbón-Dos Sicilias.

Pablo Urdangarin es el segundo miembro de la familia con el que Don Juan Carlos se ve en este primer regreso a España. El padre del Rey, que ha preferido mantener un perfil bajo y ceñir su viaje al ámbito privado, estuvo acompañado el jueves y el viernes por la Infanta Doña Elena. Y ayer vio al más deportista de sus nietos. No hacía, sin embargo, demasiado tiempo desde la última vez que estuvieron juntos. Aunque Don Juan Carlos se marchó de España a principios de agosto de 2020, Pablo Urdangarin formó parte de la comitiva familiar que en abril viajó a Abu Dabi para visitarle. Volverán a encontarse, junto a varios miembros de la familia, mañana en el Palacio de la Zarzuela.

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// EP Pablo Urdangarin saluda a su abuelo Don Juan Carlos al final del partido

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