Manual de instrucciones para acabar con Rusia o convertirla en un imperio
La fórmula para hundir a Putin la creó en 2019 la Corporación Rand y es la actual hoja de ruta de Occidente. El club Izborsk ha marcado el guion del Kremlin
El informe propone dirigir una campaña que aumente la tensión de Rusia en su conflicto con Ucrania, pero sin «llegar a las manos»
Los acontecimientos se antojan complejos y es el paso del tiempo y la perspectiva lo que permite analizar el alcance de lo que pasa, pero ¿y si mucho de lo ocurrido tras la invasión de Ucrania ya estaba escrito en un pulcro informe tres años atrás? Como una coreografía esbozada con antelación, donde las decisiones han ido adoptando el ritmo de sus párrafos. Esto no se trata de un mero ejercicio especulativo, ese informe existe, hoy puede consultarse. Elaborado en 2019, es un manual de uso que en 354 páginas describe cómo hundir a Rusia y coincide, punto por punto, con las decisiones tomadas hoy por Estados Unidos y la UE. Una vez se repase a los lectores les puede sonar a pura actualidad.
El escrito comienza señalando que «las vulnerabilidades económicas, políticas y militares de Rusia y las medidas más prometedoras para estresarla están en el ámbito de la producción de energía y la presión internacional. Pero teniendo siempre presente la máxima “Rusia nunca es tan fuerte ni tan débil como parece”». Está firmado por la Rand Corporation, un nombre poco conocido, pero es el laboratorio de ideas o ‘think tank’ más poderoso de Estados Unidos. Sus consejos han influido en la geopolítica mundial del siglo XX y del XXI. Tan revelador es lo que han escrito como lo es su propia historia.
Rand es un ‘think tank’ del Pentágono fundado en 1948, y sus clientes son numerosos. Van desde las Fuerzas Aéreas o la Agencia del Medicamento a gobiernos extranjeros –Japón, Abu Dabi, Noruega...–, así como organismos de la UE. En los años 50 ya escribía sobre ordenadores o el programa espacial y en los 90 sobre drones e inteligencia artificial. En su informe aseguran que su pensamiento estratégico hizo que EE.UU. ganara la Guerra Fría.
Seguir la línea de puntos
La capacidad de previsión de Rand se refleja en el informe de título ‘Overextending and Unbalancing Russia’, que evalúa beneficios, riesgos y costes de desequilibrar Rusia. Pero no subestima la fuerza militar que representa Moscú, por eso propone dirigir una campaña para aumentar la tensión en su conflicto con Ucrania, pero sin «llegar a las manos». Aboga por financiar a Ucrania en su lucha contra Putin y proporcionarle ‘ayuda letal’ con armas de última generación. También aconsejan estrangular económicamente al Kremlin. Porque tal y como el informe señala, «la mayor vulnerabilidad de Rusia, en cualquier competencia con los Estados Unidos, es su economía altamente dependiente de las exportaciones de gas y petróleo. Usando, además, las sanciones económicas como el arma perfecta.
EE.UU. aumentaría su apuesta por las energías renovables y alentaría a otros países a hacer lo mismo. «Para ello necesitaría de la cooperación de la UE». Esto evitaría la «coacción energética sobre Europa». Y el escrito hace hincapié en avanzar en la construcción de plantas de regasificación de licuados de gas natural y «comenzar a comprar gas licuado a las empresas estadounidenses». De hecho, España ha disparado su compra a Estados Unidos en 2022.
Pero Rand advierte que estas medidas pueden amortiguarse según lo mucho que se involucre China y haga negocios con Moscú para su Ruta de la Seda. Otra forma de drenar Rusia, en palabras del escrito, es fomentar una fuga de talento masivo. Esto –como en los casos anteriores– también se cumple, y hoy ya se han ido trescientos mil profesionales del sector tecnológico.
En cuanto a medidas geopolíticas, el informe propone sancionar económicamente a Bielorrusia. Lo que de hecho la UE ha realizado durante el mes de abril. Pero el escrito no es partidario de reducir la influencia rusa en Asia Central o el Cáucaso ya que sería arriesgado para Estados Unidos por los lazos históricos y la proximidad con Rusia, y, por la misma razón, descartan expulsar a las tropas rusas de Transnistria. Recordemos que esto está escrito en 2019, y curiosamente sí contemplan intensificar la cooperación de la OTAN con Suecia y Finlandia, y presionar frente a los reclamos del Kremlin en el Ártico.
En el apartado ideológico, Rand afirma que «la mayor ansiedad de los líderes rusos proviene de la estabilidad y durabilidad del régimen». Hablan de promover una campaña de propaganda contra Rusia, difundiendo su corrupción y «socavando la confianza y la legitimidad del Estado». Alentando las protestas, pero dado el control total de los medios por el Gobierno ruso señalan que esto es más complicado que optar por dañar el prestigio de Rusia en el extranjero y boicotear su presencia en eventos culturales y deportivos. Y con el fin de reforzar la cooperación de los países pertenecientes a la OTAN hablan de salir del tratado de fuerzas nuclea
res de alcance intermedio. Cosa que Trump ya hizo en 2019 y Rusia siguió su ejemplo. Y en el capítulo de medidas aéreas y marítimas, aconsejan que EE.UU. y sus aliados aumenten su presupuesto defensivo en submarinos, misiles balísticos hipersónicos y en sistemas autónomos de ataque «con la tecnología más futurista». Sin embargo, inciden en que el resultado inevitable sería una Guerra Fría y una carrera armamentística costosa.
La reina roja y su estratega
Rand no está sola, existe también su versión rusa con el Club Izborsk, un ‘think tank’ donde se reúnen las mentes que están detrás de las grandes decisiones de Putin. En él están algunos de los candidatos a suceder al gobernante ruso. Les conviene ser un grupo desconocido para la mayoría, pero fue el que alentó a Putin a recuperar la grandeza perdida de Rusia aumentando su autoritarismo. El escritor Aleksandr Prokhanov fundó el Club Izborsk en 2012, pero sus raíces se remontan a los ochenta con una férrea crítica a Gorbachov y a la democracia postsoviética. A este club se han unido científicos, economistas, periodistas, políticos y sacerdotes ortodoxos. Apoya el enfrentamiento militar contra Occidente y la estrategia nuclear. Proporcionó la base ideológica con el manifiesto ‘Salvar a Ucrania’ que llevó a que Rusia agrediese a este país en 2013 y a la anexión de Crimea. Hoy sigue en plena forma y la ‘Nueva Rusia’ que postulan incluye el Donbass. Asimismo es la artífice de la idea de que Ucrania es un país de élites neonazis y la misión sagrada y civilizatoria de Putin es restablecer la unidad histórica
Su capacidad de influencia hizo que Alexander Dugin, miembro de Izborsk y para muchos el pensador más influyente del país, le recomendara a Putin la obra ‘El tercer imperio: la Rusia que estaba destinada a ser’, escrita en 2006 por Mikhail Yuryev, que representa «la Rusia por la que deberíamos matar y morir». En ella, su protagonista Vladímir II se adueña de Turkmenistán, Bielorrusia, Abjasia y Osetia en Georgia. Al mismo tiempo, estalla un levantamiento del pueblo ucraniano, en regiones como Donetsk, Lugansk y Crimea. Piden ayuda a Moscú y ganan, pero se desata la histeria antirrusa. Se imponen sanciones desde Occidente y se produce una gran crisis financiera. Finalmente, Vladímir II lanza sus ojivas nucleares y se hace con la victoria. Si bien es ficción, podría ser una crónica de la actualidad; no en vano, según el Kremlin, ha inspirado a Putin.
A la vista de los hechos, ambos ‘think tanks’, la Corporación Rand o el club Izborsk, han marcado el guion global. Mueven los hilos e inclinan la balanza que determinará el siguiente capítulo.