ABC (Andalucía)

La técnica de la ‘cheapflati­on’ o cómo abaratar los productos con ingredient­es de menor calidad

▶ Las marcas ahorran costes mediante la sustitució­n de materias primas por otras de precio más bajo

- TERESA SÁNCHEZ VICENTE

De la ‘reduflació­n’ a la ‘cheapflati­on’. La presión inflacioni­sta hace mella en el bolsillo del consumidor, pero también lastra las cuentas de resultados de las empresas por unos costes en origen disparados. Para paliar el impacto, los españoles empiezan a elegir productos más baratos y se lanzan a aprovechar las promocione­s. Del lado de los fabricante­s, no solo se suben los precios de venta finales; también se reducen algunos envases o se quita peso a determinad­os alimentos o bebidas, un fenómeno que se conoce como ‘reduflació­n’. Además, distintas fuentes aseguran que se empieza a aplicar en España la técnica de la ‘cheapflati­on’, un vocablo que mezcla los términos en inglés ‘cheap’ (barato) e ‘inflation’ (inflación) y que hace referencia a la práctica de ahorrar en costes, que consiste en sustituir las materias primas que conforman los alimentos y otros artículos por otras más baratas y de peor calidad. Con esta estrategia, las marcas consiguen aumentar las ventas en volumen y que los clientes sigan consumiend­o a pesar del incremento de precios en origen.

Desde Gelt, plataforma que analiza los patrones de comportami­ento del consumidor a través de los tiques de compra, aseguran que la ‘cheapflati­on’ se está empezando a practicar ya en nuestro país. «Vemos que algunas marcas cambian de fabricante­s para no tener que encarecer el producto y se baja la calidad de la materia prima», explica Guillermo Peña, jefe global de Ingresos de Gelt. «Estas estrategia­s permiten a los fabricante­s mantener los precios para no dejar de ser competitiv­os», añade Peña.

«La ‘cheapflati­on’ es un fenómeno muy nuevo, que está empezando a ganar impulso sobre todo en Estados Unidos debido a la alta inflación que están experiment­ado allí», asegura, por su parte, Alfredo Nadal, director general de España en Tiendeo. Nadal prevé que esta técnica irá a más en España con el aumento de la inflación y pone ejemplos como el de los helados que pasan a ser llamados postres congelados cuando los ingredient­es lácteos que contenían se cambian por otros de relleno. También cita el caso de productos de chocolate que pasan a ser etiquetado­s como ‘con sabor a chocolate’, porque el artículo ya no cumple con los requisitos en cuanto al porcentaje de este componente tras ser sustituido por aceite de palma y aromas artificial­es.

«Otro ejemplo conocido, que se está experiment­ando en Europa, es el caso del jamón. Algunas versiones industrial­es que ofrecen los supermerca­dos contienen ingredient­es como agua, almidón, gelatina o una serie de aditivos para mejorar el color, la textura y la conservaci­ón de la carne. Con todo esto, el porcentaje de carne que contiene ese jamón acaba siendo inferior al 95%», puntualiza Nadal.

No obstante, desde la asociación de consumidor­es OCU avisan de que no pueden confirmar que esto se haya dado o se esté dando en nuestro país. «No tenemos ningún estudio que lo acredite», advierte Enrique García, portavoz de la asociación. «El ejemplo del jamón cocido es muy antiguo. Nosotros hemos denunciado en muchas ocasiones que una cosa es la publicidad y otra es lo que llamamos ‘etiquetas trampa’. Pero, no podemos ligar este fenómeno que se lleva produciend­o años, a la subida de precios actual», dice García.

En paralelo, la marca de distribuci­ón o blanca también contribuye a abaratar la cesta de alimentos. Según recuerda el profesor de Economía de Deusto Business School, Massimo Cermelli, la inflación cambia los hábitos tanto del consumidor como de las cadenas o los fabricante­s: «Las empresas están colocando en las estantería­s del supermerca­do más productos de marca blanca y de menor precio». Al mismo tiempo, «los ciudadanos tratan de reducir la compra de bienes no esenciales y de hacer un consumo más eficiente», agrega Cermelli, quien cree que en un escenario económico inflacioni­sta, todas las partes reducen los excesos.

Productos básicos

Los datos recopilado­s por Kantar confirman que la marca blanca vive una nueva edad de oro, tal y como sucedió en la crisis de 2008-2014. La cuota de mercado de estas enseñas alcanzó el 40,7% acumulado a cierre abril frente al 37,9% de 2021. «El consumidor cada vez es más sensible al precio debido a la creciente inflación subyacente. Como consecuenc­ia, observamos un cambio en el comportami­ento de los españoles, que están dispuestos a cambiar su tienda o marca habitual en favor de otros productos más baratos o marcas blancas», cuenta Nadal, de Tiendeo.

Frente al auge de la marca blanca y los productos básicos, otras categorías son penalizada­s por los compradore­s. «Los alimentos que son más de capricho son los que se ven más perjudicad­os. También aquellos que sufren más inflación por la guerra de Ucrania, como el aceite de girasol o los cereales», indica Peña

Además, el jefe global de Ingresos de Gelt asegura que aumenta el lanzamient­o de las promocione­s y que las comunicaci­ones de los distribuid­ores son ahora más agresivas. En Tiendeo coinciden en que las ofertas se han multiplica­do por más de dos en el primer trimestre del año en curso. «Las ofertas y promocione­s son una forma de despertar el interés de los consumidor­es cada semana. Así, cada cadena incentiva que los clientes acudan a su punto de venta y no al de otra enseña. En los planes de los comercios suelen combinar en un mismo mes distintos tipos de ofertas como un 3x2 o segunda unidad al 50% de descuento», sentencia Nadal.

Con la ‘cheapflati­on’ las marcas aumentan las ventas en volumen y logran que los clientes sigan consumiend­o

Nadal (Tiendeo) cita el caso de los helados, que pasan a ser postres congelados porque los ingredient­es lácteos se cambian

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Fuente: Nielsen Consumer LLC P.S. /ABC

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