La inflación acorrala al turismo: vacaciones de verano más cortas y menos gasto en restaurantes
▶ El sector recupera las reservas prepandemia, pero sufrirá la pérdida de poder adquistivo de las familias
El turismo espera quedarse en verano al filo de los ingresos conseguidos antes de la pandemia, pero la espiral inflacionista está poniendo en duros aprietos al sector que más aportaba al PIB español hasta el estallido de la crisis sanitaria (154.737 millones de euros en 2019). En primer lugar, porque la coyuntura de costes energéticos que ha acabado por desatar la guerra, se está comiedo los márgenes de beneficio de unas empresas que aún siguen muy tocadas y endeudadas, tras dos años de escasa actividad. Y como añadido, la repercusión que está teniendo el conflicto en las familias, a las que está recortando su poder adquisitivo de cara a las vacaciones de verano más importantes de las últimas décadas para el sector turístico.
Las consecuencias ya las reconocen los principales representantes del sector. En el caso de los alojamientos turísticos, ya se percibe una ralentización en las reservas, tras el ‘boom’ de demanda registrado en los últimos meses. «Debido a la coyuntura de inflación, las familias están retrasando la decisión de compra de las vacaciones a periodos más cercanos a esas fechas, a la espera de mejores ofertas», explica el secretario general de la Mesa del Turismo de España, Carlos Abella.
No es el único efecto que ya se visibiliza por la pérdida de poder adquisitivo de las familias. Porque aunque los niveles de reservas hoteleras ya se acercan a los anteriores a la pandemia, la demanda ya empieza a volcarse hacia estancias más cortas. «Percibimos que la gente quiere seguir viajando, pero puede ser que cambie la manera en la que lo hace. Aquellos viajes que se estaban pensando en hacerse más largos, seguramente se vean recortados por la pérdida de poder adquisitivo», relata a este periódico el presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), Jorge Marichal, que sin embargo cree que la subida de precios puede producir un trasvase de demanda hacia España de aquellos turistas españoles y extranjeros, que tenían pensado acudir en sus vacaciones a un destino de larga distancia, por su mayor coste.
Un objetivo que ya tienen calculado en la Mesa del Turismo, donde además ponen el foco en que España se convierta en ‘destino refugio’ para aquellos turistas europeos que tradicionalmente acudían a lugares como Turquía, país muy cercano a la zona de conflicto. «Este trasvase podría compensar el de aquellos turistas que por motivos económicos tengan que recortar días de vacaciones», cree Abella. En todo caso, el sector también confía en que el ahorro embalsado de dos años de pandemia aflore en la partida de gasto para las vacaciones, además de en la buena evolución que siguen teniendo las reservas desde nuestros principales mercados emisores, fundamentalmente desde Reino Unido, Alemania y Francia.
En algunos casos, la recuperación es casi un hecho. Grandes cadenas hoteleras como Meliá ya lo celebran: sus reservas en libros para sus hoteles del segmento vacacional, con vistas a los próximos meses, ya están por encima del 2019, «gracias fundamentalmente a la mejora en el precio medio», adelantó la compañía balear la semana pasada tras presentar sus cuentas del primer trimestre (perdió 59,3 millones de euros, aunque mejoró sus resultados un 54,7% con respecto al mismo periodo de 2021).
Será precisamente el precio de los alojamientos, el otro gran protagonista para los movimientos turísticos este verano. La inflación está obligando a las empresas del sector a plantearse subidas de precios con el objetivo de recuperar rentabilidad, pero por el momento la decisión generalizada es la de sostenerlos a costa de los márgenes. «Estamos contentos a nivel comercial, pero los costes son un jarro de agua fría para las empresas del sector. Los márgenes para los hoteles cada vez son más estrechos, porque la subida de precios no solo afecta a las energías, sino que también alcanza ya a toda la cadena de valor de suministros disparando la parte de gastos en las cuentas de explotación» señala Marichal.
Disminuye la factura media
Donde también son «moderadamente» optimistas es en la hostelería. La Semana Santa fue el pistoletazo de salida definitivo tras la expansión de la variante Ómicron, pero también estuvo muy marcada por la huella inflacionista. Aunque el sector recuperó prácticamente su actividad prepandemia, también percibió un claro retraimiento del gasto medio por cliente.
Una tendencia que podría continuar en los próximos meses, como así reconoce el presidente de Hostelería de España, José Luis Yzuel, quien asegura que ya se empieza a notar una cierta disminución en el tique medio. «Aunque de momento no es una contención exagerada, si la coyuntura continúa en verano se acabará notando más: las familias saldrán menos, consumirán menos; aparecerán algunas restricciones como la eliminación de los postres o de segundas bebidas», explica Yzuel, que avisa de que la pérdida de renta media de los hogares «puede quitarnos clientes». En todo caso, el hostelero cree que las empresas del sector tienen todavía cierto margen para subir precios.