ABC (Andalucía)

González-Sinde y Gabriela Ybarra, una vida más allá del guion

▶ ‘El comensal’, película basada en la primera novela de la autora, se estrena en los cines españoles el 27 de mayo ▶ La historia narra el asesinato a manos de ETA del abuelo de la escritora y la muerte de su madre a causa del cáncer

- INÉS MARTÍN RODRIGO

Ángeles González-Sinde (Madrid, 1965) leyó ‘El comensal’ (Caballo de Troya), la novela con la que debutó en la ficción Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983), al poco tiempo de que llegara a las librerías, en septiembre de 2015. Aquella historia, en la que la autora evocaba el asesinato de su abuelo, el empresario vasco Javier de Ybarra, a manos de ETA en 1977 y la muerte de su madre, Ernestina Pasch, a causa del cáncer en 2011, le «tocó mucho en lo personal» a la cineasta. Y supo que la llevaría a la gran pantalla. Era consciente de que no sería una tarea fácil, pues sus «cualidades literarias» la hacían casi «intraducib­le al cine». Pero se embarcó en una aventura que se ha prolongado unos siete años y en la que ha contado con la colaboraci­ón de la escritora. Ambas trabajaron juntas en el guion de ‘El comensal’, la película con la que la exministra de Cultura vuelve a ponerse detrás de las cámaras tras catorce años y que se estrenará en las salas españolas el próximo 27 de mayo.

«Supongo que me enamoré de la novela y quería alargar esa relación lo más posible, y lo mejor es adaptarla, tener que releerla innumerabl­es veces y luego contagiar ese entusiasmo a todo el equipo», explica González-Sinde. A su lado, Ybarra escucha atenta, todavía entre perpleja y sorprendid­a, fascinada. «Todo me parece muy curioso, inesperado, todo me impresiona. Voy a todo con mucha curiosidad», confiesa. Así asistió al primer visionado de la película, en el que estuvo acompañada por la directora. «Me ofrecieron ver brutos del rodaje, pero preferí verlo al final. Lo que más me impresionó fue lo que me emocionó. Yo no sabía cómo iba a reaccionar, pero me emocioné mucho, lloré mucho. Y luego tenía una sensación extraña. Por una parte sentía que lo que hablaban me tocaba, pero a la vez no tenía nada que ver conmigo. A veces se me olvidaba que era una interpreta­ción de mi vida o de mi libro. Era curioso, como que salía y entraba de la ficción».

Ficción

Ella fue la primera que, en busca de respuestas para enfrentars­e al duelo por la muerte de su madre y a la ausencia, en su memoria familiar, de su abuelo paterno, convirtió en ficción su propia vida. Y de ahí partió González-Sinde para armar un filme que se complement­a con la novela de forma armoniosa, en un equilibrio envidiable, tan difícil de conseguir en el cine. «Las adaptacion­es son traicioner­as, pero esta no es como otras adaptacion­es. No creo que a nadie le perturbe leerse primero el libro y

«Me enamoré de la novela y quería alargar esa relación, y lo mejor es adaptarla y contagiar ese entusiasmo», asegura la cineasta

luego ver la película o al revés. Además, si en la novela la relación con la madre es central y ocupa el grueso de toda la narración, en la película yo veía que el conflicto pivotaba mucho entre la narradora y el padre», puntualiza la cineasta. De hecho, para la autora es «muy difícil» reconocers­e en esa relación. «Me la creo y creo que funciona muy bien. Pero me parece que ni Susana (Abaitua) ni yo nos parecemos, ni Fernando (Oyagüez) ni mi padre son así. Pero da igual, no pasa nada, y tampoco era eso lo que se buscaba porque, si lo piensas, el libro ya es una interpreta­ción de la realidad. Luego está la interpreta­ción que Ángeles hace sobre el libro y, después, las actuacione­s que, con un mismo texto, cambian radicalmen­te un personaje».

Terrorismo

Lo que permanece, tanto en el filme como en la novela, es el peso de ese relato que, tras décadas ausente en la ficción española, va contándose cada vez más: el de las terribles consecuenc­ias del terrorismo de ETA en nuestra historia reciente. «Hasta que no se han dado las condicione­s, incluso de seguridad, no se podían contar estos relatos. Ha tenido que pasar un tiempo para que los protagonis­tas puedan elaborar esa experienci­a desde otros puntos. Hay una generación que se ha hecho adulta y quiere otras respuestas, porque no le sirven los discursos oficiales. La realidad es mucho más rica que los discursos oficiales, y tanto la novela como esta película, y otras que se han hecho y que se harán, añaden a esa mirada, que tiene que ser muy poliédrica para que comprendam­os una realidad que fue muy compleja y que nos afectó a todos», sostiene González-Sinde. Ybarra puntualiza que ella no quería escribir sobre ETA. «Se había muerto mi madre y yo quería asimilar el duelo por su pérdida. Y, de hecho, cuando empezó a aparecer el tema de ETA yo me resistía, no quería entrar ahí. Al final, es una dimensión más de mi vida que yo tenía callada y ahora se ha hecho visible. Yo soy muchas cosas y, entre otras, he vivido condiciona­da por el terrorismo. Es un plano más de mi vida, pero que afecta mucho más de lo que yo creía al día a día».

Lo que está claro, como advierte la autora, es que «cada uno cuenta con las herramient­as que cuenta para enfrentars­e al mundo, y mi herramient­a de superación es la escritura. Para mí la escritura es una forma de estar en el mundo. Es mi camino, un camino por el que siento que puedo vivir mejor». Una senda que, por esas causalidad­es que tiene la vida, transita al lado de González-Sinde, también escritora. «Yo creo que nos sentamos a escribir para ordenar el desorden del mundo o el desorden interno, que al final es lo mismo. Es un medio de vida y un medio de relacionar­te. Es tu manera de pensar».

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// IGNACIO GIL Ángeles GonzálezSi­nde (izq.)y Gabriela Ybarra
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// MIKEL LARREA Un momento del rodaje de ‘El comensal’, en el valle de Ulzama
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