Jura en el Bruch
Hace unos días, seiscientos ciudadanos juraron bandera en Barcelona. El espléndido patio de armas del cuartel del Bruch fue testigo de su amor a España y de su compromiso con su defensa expresado conforme a la austera liturgia militar.
Lo hicieron públicamente, arropados por familiares y amigos, y ante la impecable formación de la unidad que hoy se aloja en el Bruch, el Regimiento Barcelona, apodado ‘El Brillante’, creado allá por 1793 con los voluntarios catalanes que lucharon contra la Francia revolucionaria en la Guerra del Rosellón. Desde entonces, el Barcelona ha escrito honrosas páginas de la historia de España gracias al esfuerzo y sacrificio de sus componentes, el más reciente el del cabo John Felipe Romero Meneses, caído en combate en Afganistán, cuya memoria se honra hoy en un lugar de honor del mismo patio. Las juras de bandera de personal civil son probablemente el encuentro más emotivo de las Fuerzas Armadas con el pueblo español, al que sirven.
Para los militares supone un considerable esfuerzo de preparación que siempre se verá recompensado, pero los protagonistas son los civiles. Por eso, para que estas juras se mantengan es necesaria la intervención de otras instituciones además del Ejército: en primer lugar de la familia, donde muchos aprendimos su significado, pero sobre todo de la enseñanza, cuyo panorama actual es desolador.
Si no hay cambios en este aspecto, las generaciones futuras no sabrán ni cuál es su Bandera, y difícilmente se podrá querer lo que no se conoce.
MANUEL SIERRA
CORONEL DE INFANTERÍA (R.)