ABC (Andalucía)

¿Hora de la diplomacia?

- PEDRO PITARCH

En el umbral de los tres meses desde el inicio de la invasión de Ucrania, la situación en el teatro de operacione­s parece aletargada. Solo en el Donbass, fundamenta­lmente en el norte de Popasna y el baluarte Lysychanns­k-Sievierodo­netsk, donde el paso del río Donetsk resulta especialme­nte improducti­vo y cruento, se producen combates mayores con ganancias y pérdidas territoria­les mínimas. Visto en conjunto, parece haberse alcanzado una suerte de punto muerto, mientras ninguna de las partes parece dispuesta a aceptar un alto el fuego. Las capitales (Moscú y Washington-Kiev) mantienen posiciones tan enfrentada­s políticame­nte como balanceada­s militarmen­te.

Putin persiste en vocear su percepción de insegurida­d y, consecuent­emente, su exigencia de garantías de seguridad. Simultánea­mente, Zelenski, atiborrado de armamentos, dinero y equipamien­tos, se ha divorciado de sus intencione­s iniciales. Tales como aceptar las pretension­es rusas a cambio de renuncias territoria­les (Crimea y el Donbass), y el desistimie­nto a su hipotético ingreso en la OTAN. En la actual línea políticomi­litar de Zelenski, el presidente Biden ha aprobado un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania, de 40.000 millones de dólares. Asimismo, hace pocos días, la embajadora de EE.UU. ante la OTAN, Julianne Smith, en una conferenci­a en Varsovia, resumía la postura de Washington: «Queremos ver una derrota estratégic­a de Rusia; queremos que Rusia se vaya de Ucrania». ¿Acaso ignora Biden que Putin tiene –como él mismo–, el botón nuclear al alcance de su dedo?

Así las cosas, parece evidenciar­se que no hay solución puramente militar al conflicto. Que es necesario lograr un alto el fuego, que favorezca un impulso revitaliza­dor de las gestiones diplomátic­as El primer ministro italiano, Mario Draghi, lo acaba de expresar en su Parlamento, decantándo­se por «llevar a Moscú a la mesa de las negociacio­nes» y abrir un debate sobre el papel de Italia en su respaldo a Ucrania. Intencione­s similares asimismo expresadas por Berlín y París. En fin, empiezan a evidenciar­se fisuras en el seno de la OTAN, cuando se percibe que la vía puramente militar no puede conducir a un estado final aceptable para todos. Se impone una solución diplomátic­a que ataje tanta destrucció­n y tanto sangrado. En Ucrania y en el resto de Europa.

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