«Hay tantas guerras civiles como españoles que la vivieron»
► ‘Vecinos de sangre’ recoge más de 15.000 testimonios inéditos narrados por los porteros de Madrid
Aquel día de 1936 fue menos tranquilo de lo habitual en la madrileña calle Galileo. Al cóctel formado por el ajetreo y los dimes y diretes del millar de personas que pasaban por allí se sumaron los gritos airados de los vecinos. La muchedumbre quería evitar que los milicianos frentepopulistas detuvieran a un cura y a su sobrina para darles el ‘paseo’ de rigor; triste eufemismo para enmascarar los fusilamientos. La tensión creció hasta tal punto que cogieron a sus presas, las subieron a un coche y salieron a escape. «Tenían tanto miedo a ser linchados que no vieron el camión que venía por la calle Alberto Aguilera y se estamparon contra él. Acabaron malheridos, pero, gracias a ello, los reos lograron escapar de la muerte».
El que narra este episodio es el periodista y escritor Pedro Corral. Lo hace mientras camina por la carrera de San Jerónimo. El calor aprieta y ya huele a verano, pero las calles de la capital siguen igual de concurridas. Durante el trayecto cuenta los portales por los que pasa; cada uno, testigo de mil historias de la Guerra Civil como la que acaba de explicar. Bien lo sabe, pues los porteros, esos personajes obviados de nuestro pasado más castizo, son el pilar en torno al que gira su nuevo ensayo: ‘Vecinos de sangre’ (La Esfera de los Libros). Sus testimonios, escondidos en los archivos, le han permitido derrumbar los mitos más extendidos del conflicto. Algunos, como el que afirma que la sociedad estaba polarizada hasta el extremo. Aquel cura podría dar fe de la falacia...
Desempolvar el pasado
Corral, autor de fondo en lo que a Guerra Civil se refiere, se traslada con esta obra a cada barrio, a cada calle y a cada casa de la capital recién tomada por el bando sublevado. «Tras conquistar Madrid en marzo de 1939, un edicto obligó a los porteros y a algunos vecinos a responder a un cuestionario. Era una declaración jurada de lo que había pasado durante la etapa republicana», sentencia, tras tomar asiento en la taberna del mismo Ateneo que pisaron personajes del calado de Manuel Azaña. Un café después confirma que, durante la pandemia, revisó más de 15.000 de estos informes. La mayoría, escondidos bajo el polvo del olvido. «Me han permitido escuchar voces de personajes anónimos, esos que escriben la Historia con mayúsculas desde la historia con minúsculas», completa.
Nunca ha sido de alardear, pero Corral no esconde la sonrisa al recalcar que la información hallada es casi inédita. «El problema ha sido condensar toda esa intrahistoria unamuniana en quinientas páginas», señala. Aunque ha merecido la pena para poner algo de luz sobre un conflicto visto de forma monolítica. «No hay una sola Guerra Civil, hay tantas como españoles que la vivieron y sufrieron». Con todo, resume todo ese ensayo en una frase: «En algunos edificios se reprodujo la división de los campos de batalla a través de denuncias y delaciones, pero hubo muchas casas en las que la relación de intimidad y cotidianidad hermanó a muchos inquilinos». Vecinos de los ‘hunos’ ayudando a vecinos de los ‘hotros’ durante las persecuciones.
Historias de escalera
La cruz de la moneda es que también ha desvelado episodios oscuros sobre los que la historia ha pasado de puntillas. El más llamativo, una redada contra militares retirados organizada al milímetro por el Gobierno republicano de turno: «Decenas de ellos fueron detenidos en las noches del 14, 15 y 16 de octubre de 1936. Fue la operación de búsqueda y captura más colosal de la guerra». También desfilan por sus páginas las ‘sacas’: matanzas masivas de reos de derechas extraídos por la fuerza de las prisiones. «Los testimonios dicen que la Policía republicana no quería acompañar a los milicianos en los asesinatos. Por ello, los mandos hacían sorteos. Si les tocaba, no podían negarse». Eso demuestra, a su vez, que las autoridades intentaron mantener el orden constitucional hasta que fueron depuradas y sustituidas por milicianos.
Poco queda del café cargado. Sin embargo, antes de marcharse, Corral recuerda un dato más: «Otra cosa que demuestran los testimonios es que el Gobierno de Giral puso en la diana a los funcionarios públicos que consideraba desafectos al régimen exponiendo su nombre y sus apellidos en el BOE de la época, la ‘Gaceta de Madrid’». Muchos, de hecho, terminaron ‘paseados’ por las calles poco después. Es triste, pero no lo duden, nos lo ha dicho el portero...
Pedro Corral