Madison Cawthorn: auge y caída de un fenómeno republicano
Uno de los congresistas más jóvenes de la historia ha acabado consumido por su propio éxito, atrapado por escándalos y abandonado por todos
Varias polémicas Le detuvieron por viajar con una pistola, llamó «matón» a Zelenski y ha sido acusado de acoso sexual
Madison Cawthorn va en silla de ruedas pero, a mediados de 2020, volaba en la política estadounidense. Contra pronóstico, había ganado las primarias republicanas en su distrito de Carolina del Norte para la Cámara de Representantes. Se impuso a la candidata que apoyaban Donald Trump y los gerifaltes del partido republicano en el estado. Se lo rifaba la prensa progresista, de la televisiva Whoopi Goldberg en el matinal ‘The View’ a ‘The New York Times’.
Su historia era un caramelo: un chico joven y guapo, enfrentado a la desgracia de un accidente de coche que le dejó en silla de ruedas, ejemplo de superación y de éxito. Un republicano refrescante y atractivo, dispuesto a pelear por las ideas conservadoras y ser el contrapunto de Alexandria Ocasio-Cortez y la camada joven de diputadas izquierdistas –Trump las bautizó como ‘The Squad’, ‘el escuadrón’– que llegó al Congreso en las elecciones de 2018.
Llegaron las elecciones de noviembre de aquel año, en las que Trump perdió la Casa Blanca, y Cawthorn ganó su escaño y se convirtió, con 25 años, en uno de los diputados más jóvenes de la historia. «Seguid llorando, progres», dedicó a sus contrarios.
Todavía no han pasado dos años de su llegada a la política y Cawthorn ya es un harapo político. Esta semana, perdió las primeras republicanas de su distrito en la confirmación de una debacle tan pronunciada como su ascenso.
Llegaba a las urnas acosado por escándalos. Acumulaba denuncias por conducir con un permiso revocado. Le detuvieron en un aeropuerto por tratar de viajar con una pistola. Se filtró un vídeo suyo, desnudo en la cama, en el que frota sus genitales contra la cara de un amigo y simula gemir (lo calificó de «chantaje»). Acusó a Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, de padecer «alcoholismo» (es abstemia). En otro vídeo, aseguraba que Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania, es un «matón» y su gobierno, «increíblemente malvado». Sus votantes también vieron atónitos cómo se planteó presentarse por otro distrito para tener más posibilidades de ganar y cómo en su campaña gastaba donaciones como rapero en un videoclip. Venían de lejos, además, acusaciones abundantes de acoso sexual a mujeres. Y, más reciente, el naufragio de su matrimonio, que no ha durado ni un año. Desde que llegó al Congreso, Cawthorn ha buscado destacar por ser más papista que el Papa –más ‘trumpista’ que Trump– y más deslenguado que nadie. Se le fue de las manos a finales de marzo, cuando dijo que sus colegas de bancada se entretenían con orgías y cocaína. Lo dejó caer, sin pruebas ni nombres. Eso ya fue demasiado para los pesos pesados del partido republicano. Su líder en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, dijo que sus traspiés «no son propios de un diputado».
Con las primarias en marcha, los apoyos republicanos en Carolina del Norte empezaron a evaporarse. Quienes le quisieron ver como la esperanza joven del partido se toparon con la realidad: un chico sin preparación, que maquilló su currículum, que era poco más que una ‘sonrisa profidén’ empaquetada en valores impostados de familia y patriotismo. Trump le mantuvo su apoyo en estas primarias. «Démosle una segunda oportunidad», dijo el expresidente. Esta vez, los republicanos no le han hecho caso.