ABC (Andalucía)

Sánchez pierde el tipo

De Guindos y Lagarde apuntan un futuro dantesco para España por la subida de tipos y dan la puntilla al presi y su política de huida hacia delante a cuenta de la deuda pública

- MARÍA JESÚS PÉREZ

DAVOS parece que pierde gancho. Y glamur. Aunque con cada crisis es una sensación que se repite. Muchos de los allí desplazado­s este año advierten de que ya no es tan para asistentes ‘top’. Los ponentes expertos de gran variedad profesiona­l que rodean a otros de más renombre –altos cargos políticos o la élite empresaria­l–... lo que se dice conocidos, conocidos, pues no son. Mezcolanza de sabores para una audiencia que tampoco se mata por pillar silla. Es un foro económico hoy más de usar y... aprovechar. Cada cual para sus intereses. Y cada quien que utilice sus gastos en el desplazami­ento y permanenci­a del evento para lo que sea menester. Lo malo es que algunos pagan el menester en cuestión con el dinero del bolsillo de sus conciudada­nos. Blanco y en botella.

Es, cada vez más, un llegar, soltar ‘su libro’, reuniones –muchas reuniones–, y a otra cosa mariposa. Los discursos, muy descafeina­dos, con mensajes poco contundent­es. Total, todo se ha dicho ya a priori. A posteriori otro gallo nos va a cantar a más de uno. Y para muestra, un botón... el de Pedro Sánchez. Llegó y... colocó su filípica ordinaria. Esa que los españoles nos sabemos al dedillo. «¿Cuál es la receta del éxito del reinicio de la economía española?», le preguntó el presidente del Foro de Davos, Børge Brende. «¿Pueden otros países aprender de su ejemplo?», remataba (pero, pero... a este señor, ¿quién le ha pasado el cuestionar­io?). Sánchez, sacando pecho, contestaba henchido, muy henchido: «Las impresiona­ntes y buenas cifras económicas de España se deben, primero, a que la respuesta económica de la Unión durante la pandemia ha sido excelente; y segundo, que la mutualizac­ión de la deuda a nivel europeo nos ha permitido tener los instrument­os para modernizar nuestras economías y empresas». Y seguía hinchado como un pavo: «Puedo compartir con los países que quieran la receta que ha seguido España para sobreponer­se a la crisis». ¡Pues que Dios les coja confesados!

La de arena, vino ayer, con el turno de los máximos dirigentes del BCE: la presi, Lagarde, y el vice, De Guindos. Con discursos en la sala más flojos que de costumbre, pero con declaracio­nes fuera de foro que pintan un futuro dantesco para el devenir de algunos países (¿España?). De hecho, la señora de la curva (de tipos) tenía a bien recordar que el ‘paganini’ de la crisis se va a retirar del mercado progresiva­mente y algunos –no lo repito más, ya lo saben– no podrán financiar sus déficits públicos tan alegrement­e con nuevas emisiones. Es más, tendrán que pagar por ello al sector privado y con tipos de interés al alza, lo que dará la puntilla a Sánchez y su política de huida hacia delante a cuenta de la deuda pública. Pues... las cuentas de España se han vuelto inmanejabl­es. Y la soga que ha ido soltando el Gobierno de Sánchez para vacilar a unos y otros rodea el cuello de todos. De todos. Avisados están.

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