Mutis con el himno
Si algo ha demostrado este Gobierno es que cuando las preguntas incomodan, lo mejor es no tener que oírlas
Vi algo confundida el jueves pasado a la ministra de Defensa al término de su fugaz visita a Washington. Al ser recibida en el Pentágono por su homólogo, el general retirado Lloyd Austin, Margarita Robles se llevó muy seria la mano al pecho cuando sonaba el himno americano, aunque no cuando sonó antes el español. Lo de colocar la mano sobre el corazón no es que sea un hábito en Estados Unidos, es la ley para los ciudadanos. La legislación federal dice expresamente que cuando suena el himno, los americanos deben mirar la bandera y ponerse «la mano derecha en el corazón». Robles lo hizo segundos después del general, y honestamente parecía que no quería desentonar, ante tanta solemnidad.
Después, ante algunos confundidos corresponsales, la ministra se adentró en el Pentágono a hacer unas declaraciones inconsecuentes sobre su visita, sin entrar en detalles ni responder a las preguntas de quienes quedamos afuera en un triste parking, resignados a saber poco o nada de esta fugaz visita, que debería haber sido de alto perfil, una de las más relevantes dada la estrecha relación de ambos socios con bases compartidas. Es extraño: tras tantos y tantos intentos, caza en pasillo de Bruselas incluida, por fin había una bilateral de enjundia, sobre todo después del fracaso de la vicepresidenta Nadia Calviño, quien vino a las reuniones de primavera del FMI hace un mes y estuvo intentando hasta el último minuto ver a Kamala Harris, que canceló cruelmente alegando agenda complicada.
La ministra Robles no se vio con los medios ni valoró los acuerdos alcanzados, si es que los hubo, y dejó que el Pentágono le organizara las palabras que dio junto al general ante solo un par de periodistas de medios estatales, sin preguntas. Imagino que no quería la ministra que le preguntáramos los periodistas por el relevo en la cúpula del CNI tras las alegaciones de espionaje, o sobre quién podría estar tras las supuestas escuchas al presidente Sánchez. Si algo nos ha demostrado este Gobierno es que cuando las preguntas incomodan, lo mejor es no tener que oírlas, y qué mejor que ahogarlas con un buen himno.