Van der Bellen, el presidente de Austria será candidato con 78 años
► Es casi de la quinta de Biden y las encuestas lo señalan como el político mejor valorado. Hace cinco años, dice, «era un pezqueñín»
El presidente de Austria, Alexander van der Bellen, acaba de anunciar que se presenta a la reelección en otoño y tiene todas las papeletas para conseguirlo, no solamente porque cuenta con el apoyo de todos los partidos políticos, a excepción de la extrema derecha del VPÖ, sino también porque las encuestas lo siguen señalando como el político mejor valorado. El 42% de los consultados por la Sociedad Lazarsfeld así lo perciben, un 30% por delante del siguiente en el escalafón, lo que apunta a que tiene ya ganada la carrera por el Hofburg. Pero la principal peculiaridad de este político austriaco no es el gran consenso en torno su figura, ‘rara avis’ hoy en la política europea, sino su edad. Tiene 78 años y terminaría su segundo mandato con 84. «Sí, me siento lo suficientemente viejo como para asumir la Presidencia de Austria», dijo durante la presentación de su candidatura cuando le preguntaron por la cuestión de la edad: «Ahora, de hecho, me siento mejor preparado que hace cinco años, en comparación, entonces era un pezqueñín».
A una edad en la que tanto la economía como la sociedad nos descartan de forma generalizada, Van der Bellen se vale de su carta ganadora: «La experiencia, que solo llega con el tiempo». Su política es todo menos anticuada. Anunció su candidatura como lo habría hecho un chaval, en TikTok: «Quiero servir a Austria con todo el corazón y tengo suficiente edad, experiencia y vida laboral para hacerlo», soltó en la red. Solo un día después se presentó ante los medios tradicionales y especificó que considera su obligación «preparar a Austria para lo que está por venir».
Adelantó que la suya será una campaña apropiada a los tiempos de guerra: «Corta, frugal y concentrada». «No es momento de espectáculos políticos», sentenció. Con su candidatura reivindica a una franja de edad de la población que tiene «muchísimo que aportar».
Su historia personal es la de Europa. Hijo de un banquero que huyó de la Revolución bolchevique en Rusia, Van der Bellen nació de chiripa en la Austria anexionada por la Alemania nazi y conoce de primera mano las consecuencias de una guerra. Su vida política ha consistido en una constante evolución, desde una reputada carrera académica como profesor de economía y sociología, cuya faceta investigadora se centró en la planificación y financiación del sector público, militó en el Partido Socialdemócrata desde mediados de los setenta hasta finales de los 80, cuando pasó a Los Verdes. Para estos dos partidos y después como independiente, ha ocupado cargos en toda la escala de la administración. Como presidente, ha aportado gran estabilidad en años de cambios de gobierno inusualmente frecuentes en Viena, aunque a menudo ha mantenido posturas contrarias a las del gobierno de turno, sirviendo de sinfónico contrapunto. En 2016 abogó por los Estados Unidos de Europa y en la crisis de los refugiados apeló a la humanidad de sus compatriotas. Ahora hace declaraciones bastante más atlantistas que las del canciller conservador Nehammer: llama a Austria a la «independencia de los tiranos sentados en el grifo del gas» y a evitar «que los amigos de Putin y los nacionalistas alcancen el poder». «El sacrificio económico es el precio por la libertad y la democracia», ha dicho sobre las sanciones. Declara que siempre creyó en «el mensaje del Evangelio», pero solo en 2019 su fe había madurado lo suficiente como para someterse a la autoridad de una iglesia. Es casi de la quinta de Biden y reconoce que «a nuestra edad ya solo se mira a largo plazo».
‘Rara avis’ «Me siento lo suficientemente viejo como para asumir la presidencia de Austria»