Sentido común
Dónde están esos tiempos en los que la medicina general era mucho más que ciencia, donde el médico curaba con palabras y no solo con principios activos. Lejos queda de nuestra retina ese saber hacer del galeno en el ámbito rural, y también urbano, que se adentraban en el interior de los hogares conociendo a cada uno de sus miembros como la palma de su mano, causando un efecto tranquilizador con su sola presencia. Pues esto no solo se ha perdido, sino que tiene toda la pinta de extinguirse, volatilizarse para dar paso a una medicina defensiva, agresiva, repleta de pruebas complementarias para salvar cualquier diagnostico extraño y a veces inexistente llamado soledad, tristeza, obsesión con el estar enfermo, problemas que acaban por somatizarse en todo tipo de nombres técnicos.
Todo eso que antes era normalidad ahora se ha convertido en una enfermedad: la regla de una mujer sana y fértil se convierte en patológica; un simple esguince a veces termina con una resonancia magnética; la menopausia hay que abordarla y tratarla con todo tipo de remedios, cuando nuestras madres y abuelas pasaban por ella sin pena ni gloria. Ahora los problemas de la vida terminan en las consultas de los psicólogos, y con ello no digo que no sea muy necesario cuidar la salud mental; pero muchas veces, la tristeza, el desamor o el duelo por un ser querido hay que aprender a lidiarlo con nuestros propios medios y recurrir a un nivel más profesional cuando sea de verdad algo patológico.
No pretendo dar lecciones de educación sanitaria, ni infravalorar lo patológico, pero pongamos un poco de sentido común a lo bonito y menos bonito de la vida. NIEVES ESCOBAR DE LAS HERAS NALDA (LA RIOJA)