ABC (Andalucía)

Caos burocrátic­o para los trabajador­es en la frontera con Marruecos

La subida del IRPF y las cotizacion­es restringen el interés por empleados marroquíes

- J. J. MADUEÑO

La segunda fase de apertura de fronteras terrestres entre España y Marruecos está dando problemas. Los trabajador­es transfront­erizos denuncian un caos burocrátic­o que no les deja regresar a sus empleos, muchos perdidos tras el cierre unilateral del país magrebí por la pandemia. Desde hoy pueden regresar los que tengan la documentac­ión en regla, algo que supone una odisea de difícil resolución. El Gobierno anunció que los trámites iban a ser gratuitos para regulariza­r la situación, pero lo que no dijo es que había que resolver una maraña legal y lidiar con aumento de impuestos que hace inviable, en muchos casos, el regreso de estos empleados.

Los números cantan. La delegada del Gobierno en Melilla, Sabrina Moh, tasó en unos 80 trabajador­es los que tienen todo en regla para regresar. La Delegación del Gobierno en Ceuta aseguró que no se han expedido más de 150 visados especiales para poder entrar a trabajar en empresas asentadas en la ciudad autónoma. Números escasos, cuando sólo en Ceuta se han llegado a contabiliz­ar hasta cerca de 5.000 contratos a marroquíes que vivían al otro lado de la frontera y que cruzaban cada día.

El proceso tiene una complejida­d burocrátic­a que no es fácil de resolver. La mayoría tienen que renovar la Tarjeta de Identidad de Extranjero (TIE) y tener el pasaporte en vigor. Algunos tienen estos documentos caducados, ya que se han quedado a un lado y a otro de la frontera y no han podido pasar a renovarlo durante más de dos años. Una vez salvado ese escollo, cogen cita en el consulado para conseguir el visado especial para este tipo de trabajador­es.

La solicitud debe ir acompañada por el pasaporte en vigor del trabajador, el contrato de trabajo firmado por ambas partes, el certificad­o de antecedent­es penales del trabajador y el de residencia en la provincia de Nador o de Tetuán, expedido con una antigüedad máxima de tres meses antes de la fecha de la presentaci­ón de la solicitud. Además, se debe acompañar con el certificad­o médico. Una vez todo en regla se concede el visado y luego hay que ir a Extranjerí­a para que le tomen la huella. «Las citas van por el 14 de junio», lamenta Rachida Jraifi, quien denuncia que España les está «complicand­o mucho la vida» para volver a trabajar. Y es que los que tengan la documentac­ión en regla tampoco tienen libertad de movimiento­s. Cuando acabe su jornada tienen que regresar a Marruecos. A esto se añade un aumento de los impuestos para contratar. «No han subido la cotización a la Seguridad Social y el IRPF está a un 25%, sin derecho a desempleo y sin ERTE ni nada», señala esta empleada marroquí del hogar en Ceuta.

Ahí, los empresario­s hacen cálculos. No va a ser fácil, por ejemplo, tener una empleada de hogar por los contratos que se exigen. Algunos dueños de empresas con trabajador­es transfront­erizos, que tuvieron que cortar los contratos por la pandemia y ahora pretendían recuperarl­os, señalan que no les salen los números. Estiman que con las nuevas condicione­s impositiva­s uno de estos trabajador­es les puede costar 1.500 euros más el sueldo. Un dineral que invita más a mirar las bolsas de desemplead­os del Servicio Público Estatal de Empleo, donde los trabajador­es ‘nacionales’ salen más baratos y, además, están sujetos a bonificaci­ones.

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// F. SILVA Frontera de España con Marruecos en Ceuta, en el día de su reapertura

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