Hungría dificulta el embargo parcial de petróleo ruso
▶ La UE da una imagen de unidad aunque no ha llegado a un acuerdo completo sobre el sexto paquete de sanciones
Dar una imagen de unidad a pesar de que no hayan sido capaces de llegar a un acuerdo completo sobre el sexto paquete de sanciones contra Rusia, a causa de la negativa del húngaro Viktor Orbán a prescindir de las compras de petróleo ruso. La Comisión anunciaba un «acuerdo político» sobre el fondo del asunto, pero en el mejor de los casos no podrá estar listo antes de que los expertos acaben de definir los ángulos técnicos y eso a pesar de que los gobiernos y la Comisión Europea llevan más de 25 días de reuniones en busca de un compromiso.
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski intervino por teleconferencia al inicio de la reunión, ayer a primera hora de la tarde, y esta vez no quiso arrojar leña al fuego de la discordia como había hecho en su primera intervención y entonces les leyó la cartilla uno a uno, especialmente a Orbán. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegó tarde.
Los Veintisiete estaban bastante más cerca de llegar a un acuerdo sobre el modo de atender a las necesidades financieras inmediatas de Ucrania, un paquete en el que están en juego 9.000 millones de euros. Varios países, empezando por Alemania, y organizaciones financieras internacionales aconsejan que esta ayuda se haga en forma de donación y no como créditos, porque creen que el país no tendrá capacidad para devolver ese dinero. Italia y Francia, sin embargo, prefieren buscar una fórmula que permita contabilizar ese dinero como créditos porque de otro modo las garantías necesarias para financiar la donación se anotarían como deuda propia. Fuentes del Consejo afirmaban que lo más probable es que se acuerde una fórmula mixta en la que haya tanto créditos como subvenciones.
Dependencia total
Sobre las sanciones, la propuesta que ha puesto la Comisión sobre la mesa es decretar a partir de diciembre la prohibición de las importaciones de crudo ruso por barco y permitir provisionalmente las que se hagan por oleoductos. Hungría depende totalmente de un oleoducto que viene de Rusia y afirma que sus refinerías solo están adaptadas a ese tipo específico de crudo. Hungría, Eslovaquia y la República Checa dependen del oleoducto Druzhba («amistad» en ruso) Sur, mientras que Polonia y Alemania reciben crudo a través del Druzhba Norte y ya han anunciado que dejarán de utilizarlo en diciembre.
Después de este sexto paquete de sanciones, el paso definitivo será el corte del gas, que poco a poco se va cumpliendo de forma colateral. Ayer Rusia anunció que deja de suministrar a Holanda y Dinamarca por no querer pagar en rublos, la misma razón por la que ya se lo había cortado a Polonia, Finlandia y Bulgaria.
Las divergencias en la discusión de las sanciones son el síntoma de unas diferencias más profundas sobre la visión estratégica de la guerra. Mientras los países del este y del norte de Europa apuestan por mantener el objetivo de una victoria total para Ucrania, Francia y en menor medida Alemania creen que se trata de una perspectiva poco realista. Según la versión de París que explican fuentes diplomáticas, «la derrota total de Ucrania no puede ser tolerada y la derrota total de Putin tampoco parece probable», de manera que la única alternativa puede acabar siendo una guerra larga que devastaría a Ucrania y tendría consecuencias para el resto del mundo. Por ello, el francés piensa que hay que mantener abiertos los canales de comunicación con Putin. Macron es uno de los pocos dirigentes europeos que no ha ido a Kiev desde que empezó la guerra. Las autoridades ucranianas han reprochado a Francia que su único interés es definir los territorios que tendrán que ceder.
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