ABC (Andalucía)

Vuelven los samueles cornalones

▶ Con toros muy serios, de juego complicado, los toreros no logran triunfar, pero se muestran como buenos profesiona­les

- ANDRÉS AMORÓS

Comienza la última semana de esta Feria, en la que tantas cosas memorables están pasando, con un marcado sello torista. La primera tarde, vuelven a Las Ventas, nueve años después, los toros de Samuel y eso atrae a los buenos aficionado­s: son cornalones, de origen Gamero Cívico, propiciaro­n importante­s éxitos de Luis Miguel (gran amigo de ‘el tío Samuel’, como todos le llamaban), El Viti, César Rincón, Ortega Cano, Ponce... Un ejemplo: en el patio de la plaza de Bilbao se exhibe, disecada, la impresiona­nte cabeza de Carjutillo, que lidió allí Enrique Ponce. La pandemia ha castigado duramente a esta divisa. Los de esta tarde, muy serios, cornalones, dan juego complicado.

Fernando Robleño ha superado ya los cuarenta años y los veinte de alternativ­a; es uno de los diestros que más veces se ha enfrentado a las divisas más duras, como un pequeño gigante. El segundo, un castaño chorreado que impone respeto, intenta dos veces saltar la barrera. Bien picado por El Legionario, flaquea. Robleño le da la lidia adecuada, cruzándose al pitón contrario, pero el toro se para y la espada hace guardia.

El cuarto luce una tremenda arboladura, es el de más pitones de la Feria.

(En casos como éste, los revisteros clásicos recurrían al fácil chiste: «Me recuerda a quien yo sé»). A su lado, Robleño parece más bajito. El trasteo es muy correcto, sabe lo que hace, pero el toro no se entrega. ¿Cómo se entra a matar con esos pitones? Pues aprovecha el viaje para colocar un espadazo arriba, con gran mérito, y saluda.

Morenito de Aranda es diestro de fino estilo, que ha tenido que lidiar corridas duras: así, no es fácil mantener el ánimo y la ilusión. Devuelto el tercero, recibe con buenos lances al sobrero de José Cruz, otro tipo de toro, suelto pero manejable. Brinda por el micrófono a Don Juan Carlos. Liga muletazos con buen gusto pero el toro pierde las manos, eso desluce la faena. Mata con decisión. El quinto, con 629 kilos, empuja fuerte, aguanta bien Héctor Piña pero hiere al caballo y sale suelto. Fernando Sánchez pone un par de premio. Aunque el toro protesta, Morenito le planta cara: tragando mucho, tras una larga porfía, acaba sacando naturales lucidos pero tarda en matar.

Confirma la alternativ­a el leonés Damián Castaño, el hermano menor de Javier, curtido, como él, en mil batallas. El toro de la confirmaci­ón, con un bonito nombre, Peinanovia­s, bien armado, supera los 600 kilos. Sin brindis, Damián le da distancia, el toro va pero pega derrotes; por la izquierda, es peligroso. El trasteo es firme y meritorio, con oficio, pero se le va la mano en la estocada. Al último, que viene andando y flaquea, le saca algunos muletazos de mano baja, con técnica y decisión, pero la espada hace guardia. Una digna confirmaci­ón.

Los toros de Samuel Flores han sido espectacul­ares... para verlos desde el tendido; han exigido mucha entrega y capacidad lidiadora a los diestros. No eran toros artistas. La Fiesta también es eso y la afición de Las Ventas sabe valorarlo.

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// EFE El castaño segundo intenta cruzar al callejón en un espectacul­ar salto
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