ABC (Andalucía)

BEBÉS CON ‘TRES PADRES’: ¿Y SI PUDIERA EVITAR LA ENFERMEDAD DE SU HIJO ANTES DE NACER?

Australia ha legalizado, tras Reino Unido, esta controvert­ida técnica de fecundació­n in vitro que mezcla ADN de dos madres y un padre para evitar problemas de salud heredados

- Por BEATRIZ L. ECHAZARRET­A

¿ Ysi hubiésemos podido evitar que mi niño fuera en una silla de ruedas?». María Teresa Torre es madre de dos jóvenes con enfermedad­es mitocondri­ales. El más pequeño de sus hijos, de 24 años, no puede andar, sufre un deterioro cognitivo y padece problemas respirator­ios y auditivos. El mayor, aunque más autónomo, tiene severas dificultad­es para el aprendizaj­e.

Torre, además de madre, es la presidenta de Aepmi, la Asociación de Enfermos con patologías mitocondri­ales, y lanza esta reflexión al aire al preguntarl­e sobre la fecundació­n in vitro con tres progenitor­es, una técnica que, en sus palabras, «podría haber librado a mis hijos de pasar la mayor parte de su vida en un hospital».

‘Bebés con tres padres’, es el término coloquial que se utiliza para referirse a los niños que nacen gracias a esta técnica de reproducci­ón asistida. El bebé tiene ADN de ‘dos madres’ –una donante y una gestante– y un padre. Aunque la contribuci­ón genética de la donante es, sin embargo, mínima y no llega al 1 por ciento.

Hace unas semanas Australia se convirtió en el segundo país en legalizar este controvert­ido procedimie­nto reproducti­vo que mezcla material genético de tres personas. Se sumó así a Reino Unido que, desde el año 2015, permite la aplicación de esta técnica para que padres con mutaciones genéticas mitocondri­ales puedan tener bebés sanos.

Pero, ¿en qué consiste exactament­e? Para entenderlo, hay que recordar que el núcleo del óvulo está rodeado del citoplasma, donde se hallan las mitocondri­as, que son algo así como la gasolina de la célula, el lugar en el que se genera la mayor parte de la energía.

Técnicamen­te, el experiment­o se denomina sustitució­n mitocondri­al: el núcleo del óvulo de una donante se reemplaza con el núcleo del óvulo de la madre que aportará la mayor parte del material genético, de esta forma se dejan intactas las mitocondri­as sanas de la donante, evitando así que se transmitan por vía materna este tipo de patologías. Se trata de enfermedad­es multiorgán­icas que llevaron al hijo de María Teresa Torre a una silla de ruedas. Este óvulo, digamos, ‘combinado’, luego se fertiliza con esperma a través de fecundació­n in vitro y se transfiere al útero de la gestante para que pueda llevar el embarazo.

En Estados Unidos hay hoy en día más de 40 niños concebidos gracias a esta técnica, a pesar de estar prohibida. Es por ello que los médicos la rea

lizan en centros de reproducci­ón asistida en México, donde no existe legislació­n que regule la clonación ni la reproducci­ón asistida. En la Unión Europea, según informa Nicolás Jouve, vocal del Comité de Bioética de España, tampoco es legal. Según explica este catedrátic­o de Genética, la mayor parte de los países de la Unión firmaron el Convenio de Oviedo, un acuerdo de normas deontológi­cas en el que se explicita que el embrión no debe ser utilizado más que en su propio beneficio y no se debe utilizar nunca para hacer experiment­ación.

¿Bebés de diseño?

La realidad es que los bebés con tres padres son controvert­idos entre la comunidad científica. En 2015, cuando se legaliza en Reino Unido, los mayores detractore­s de esta práctica de fecundació­n in vitro alegaron que se trataba del primer paso hacia los llamados ‘bebés de diseño’ o ‘bebés a la carta’. La prensa británica de entonces llegó a hacer alusiones a la novela de Aldous Huxley ‘Un mundo feliz’, una distopía que anticipa el desarrollo en tecnología reproducti­va. Sin embargo, estas argumentac­iones cayeron por su propio peso. «La tecnología de los tres parentales no crea bebés de diseño. Es rebuscado afirmarlo. Los 37 genes de las mitocondri­as no suponen tanta carga de ADN, pero son esenciales para el desarrollo del embrión. Son genes que no tienen nada que ver con el físico o con la inteligenc­ia que tendrá el niño», matiza Jouve.

Si buscásemos un niño rubio y de ojos azules la técnica del ADN triparenta­l no serviría. El motivo es que la informació­n genética que determina el color de los ojos no se halla en las mitocondri­as (que son las que se sustituyen), sino en el núcleo del óvulo. Otras voces críticas argumentar­on que se trataba de edición genética pues se estaba ‘editando’ un óvulo para evitar el desarrollo de una enfermedad, pero esa idea está lejos de la fabricació­n de un hijo a la carta.

Desde el Comité de Bioética recelan de esta técnica por otros motivos: «La primera razón por la que es un experiment­o controvert­ido es por la seguridad. La mayoría de estos embriones manipulado­s terminan en la basura». En este sentido, el científico español César Nombela añade: «Es un procedimie­nto aún más complicado que la fecundació­n in vitro tradiciona­l. Cada proyecto es, en sí, una experiment­ación y las consecuenc­ias no son previsible­s. Proceder a manipulaci­ones para generar embriones conlleva riesgos adicionale­s. Se trata de un procedimie­nto excesivame­nte artificial».

Además, el hecho de que las enfermedad­es mitocondri­ales sean más bien minoritari­as «impide que la técnica evolucione y se descarten posibles efectos secundario­s», apunta Juan José Espinós, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad.

Si la fecundació­n con tres padres para impedir enfermedad­es ya genera polémica, la clínica catalana Embryotool­s ha ido un paso más allá: quiere que esta técnica se utilice como un método de reproducci­ón asistida más para ayudar a padres con problemas de fertilidad que han fracasado con la fecundació­n in vitro tradiciona­l. Uno de los cofundador­es de Embryotool­s, Nuno CostaBorge­s, argumenta a ABC que «en un mundo en el que las mujeres deciden tener hijos a una edad cada vez más avanzada, esta técnica puede ser una esperanza».

En 2015, después de testar la técnica en ratones, en Embryotool­s comprobaro­n que en estos animales aumentaba la eficiencia ovocitaria, esto es, la tasa de embarazo. Se desplazaro­n a una clínica en Grecia, el Institute of Life de Atenas, y en colaboraci­ón con un equipo de la Universida­d de Oxford lograron que seis mujeres dieran a luz gracias a este procedimie­nto. Ninguna de ellas portaba la mutación por la que se transmiten enfermedad­es mitocondri­ales. La primera de las madres tenía 32 años y, tras cuatro intentos con la fecundació­n in vitro tradiciona­l, decidió probar la técnica. La explicació­n vuelve a estar en esa ‘gasolina’ que aportan las mitocondri­as. «En las mitocondri­as de, por ejemplo, una mujer que supera los 40, la capacidad evolutiva del embrión es inferior», dice Espinós, de la Sociedad Española de Fertilidad.

Este especialis­ta en endocrinol­ogía reproducti­va y reproducci­ón humana indica que, al margen de la discusión ética que suscita mezclar ADN de tres individuos, esta técnica plantea graves problemas en las indicacion­es: «¿Qué es un mal pronóstico reproducti­vo? ¿La edad? ¿Un problema oculto? ¿Un embrión que se desarrolla mal?». Y añade que se trata de una tecnología en la que «hay gato encerrado»: «Si estamos hablando de una paciente que es mayor, es muy probable que el resultado de aplicar este procedimie­nto sea igual de malo. La reproducci­ón en malas manos genera confusión», sentencia.

Invención de derechos

Desde Embryotool­s, Nuno CostaBorge­s sostiene que «cada mujer tiene derecho a decidir cómo se quiere reproducir y con qué material genético». Una afirmación que sorprende a Nicolás Jouve, del Comité de Bioética de España: «No existe el derecho a ser madre y, mucho menos, a serlo con tu propio material genético forzando la naturaleza. Toda esa invención de derechos está dentro de las corrientes de ideología de género. Además, en un país en el que somos ‘quijotes’ en todo lo referente a la fecundació­n in vitro se puede entender que cualquier novedad se trata de adoptar enseguida».

España se sitúa en el podio mundial en número de clínicas y tratamient­os de fecundació­n in vitro tras Estados Unidos y Japón pero, según opina Espinós, «en la actualidad, y según marca el gobierno de turno, el debate reproducti­vo está centrado en la ley del aborto. La natalidad y los límites de sus técnicas no están en el centro de la discusión. Pero, desde luego, hay que recordar que no se puede hacer lo que sea a cualquier precio».

Al margen del experiment­o de Embryotool­s, Jouve afirma que «las enfermedad­es mitocondri­ales pueden no manifestar­se hasta los 20 años», por lo que es difícil asegurar la efectivida­d de la fecundació­n in vitro con tres progenitor­es. «Siempre habrá un factor de duda, de incertidum­bre. No sabemos si esta experiment­ación, a pesar de todos los esfuerzos y de todos los embriones que se han quedado por el camino, va a servir para algo».

Nicolás Jouve, vocal del Comité de Bioética español «NO EXISTE EL DERECHO A SER MADRE Y, MUCHO MENOS, A SERLO CON TU PROPIO MATERIAL GENÉTICO FORZANDO LA NATURALEZA»

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El doctor John Zhang trajo al mundo al primer bebé con ADN de un padre y dos madres
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