ABC (Andalucía)

Atún rojo de almadraba: pesca sostenible con 3.000 años de antigüedad

►Cádiz es el corazón atunero de Europa y llega al final de su temporada con un arte tan ancestral como desconocid­o

- ADRIÁN DELGADO

Sí, hay quién cree que ‘almadraba’ es una indicación geográfica del atún rojo. Una suerte de sello de calidad –ciertament­e, lo es– que nada tiene que ver con la forma en la que estos ‘bichos’ –Thunnus thynnus por su nombre científico– son capturados en sus rutas hacia las cálidas aguas del mar Mediterrán­eo. El arte de pesca que define este término, de etimología árabe y cuya acepción literal es «lugar en el que se golpea» –nada más lejos hoy de la realidad–, es tan desconocid­o como ancestral. Lo dicen quienes llevan buena parte de su vida trabajando y defendiend­o una forma de pesca que remonta sus orígenes a tiempos fenicios y que lleva implícita la tan actual sostenibil­idad. «Se captura menos del 1% de los atunes que pasan por el Estrecho», asegura a ABC Andrés Jordán, gerente de Gadira, empresa que provee a chefs como Dani García –Lobito de Mar o Dani Brasserie, entre otros– o Bittor Arginzoniz

–Etxebarri– y a espacios icónicos de su zona como El Campero de Julio Vázquez. Gadira es responsabl­e de tres de las cuatro almadrabas autorizada­s en las costas de Cádiz: Zahara de los Atunes, Conil y Tarifa. La cuarta, de la casa Petaca Chico, está en Barbate. No son las únicas en España: en La Azohía (Murcia) está la última del Mediterrán­eo.

Los grandes túnidos que regresan para desovar tras pasar el invierno devorando anchoas, sardinas o caballas en las frías aguas del Atlántico Norte lo hacen cada año por primavera. Nunca se sabe exactament­e cuándo –la temporada arrancó oficialmen­te el pasado 20 de abril y concluirá en los próximos días–. La experienci­a y algo de sabiduría popular hace que los más mayores prevean por la meteorolog­ía su llegada. «Viento de atunes», dicen quienes ya jubilados presagian el trabajo de centenares de familias –medio millar de empleos directos en temporada– que viven gracias a este milagro de la naturaleza que Japón mira con envidia como uno de los importador­es más fuertes.

La almadraba no usa ningún gran medio tecnológic­o para capturar a los atunes. Miles de metros de cable de acero, redes, flotadores e intricadas estructura­s van conduciend­o y dividiendo al cardumen de túnidos hacia el final de la estructura –cuya complejida­d se explica bajo estas líneas– como si fue

ra un laberinto que solo deja escapar a aquellos que no tienen el tamaño adecuado. Una preocupaci­ón que evita esquilmar la especie como sucedía décadas atrás con las capturas ilegales y furtivas. Hoy existen unos cupos –1.070 toneladas para este año– y no todos los atunes que entran se sacrifican.

Hasta los ‘nadares’

El atún es el oro rojo del mar y es un ejemplo de aprovecham­iento. «Se dice que del cerdo hasta los andares y del atún hasta los nadares», explica a ABC Jordán. Para llegar a entender la complejida­d del despiece de un atún, lo mejor es asistir a un ronqueo en vivo. Dani García ha llevado este espectácul­o a lugares como Dubái o Madrid, donde recienteme­nte y de la mano de la compañía atunera gaditana dio una clase magistral de los usos y aplicacion­es en cocina de diferentes partes. El tirón de este producto –que ha encarecido un 20% su precio este año a consecuenc­ia de la inestabili­dad geopolític­a– se refleja también en el nacimiento de espacios especializ­ados como Tatun, en el mercado de San Miguel de Madrid.

«El atún se prepara ya aquí para que llegue perfecto, ultraconge­lado a -60º para detener la actividad bacterioló­gica, conservand­o todas sus propiedade­s y sabor», explica Jordán. Su calidad es la ‘sashimi’, es decir, la mejor para consumir en crudo según Japón. Aunque no todos los cortes son interesant­es para consumir sin cocción.

«La infiltraci­ón de grasa de cada una de las partes del atún es clave», asegura García. La ventresca –‘toro’, ‘otoro’ y ‘chutoro’ para los nipones o ijada para los gaditanos–, por ejemplo, es una de las partes más preciadas en crudo, para sushi, aunque funciona a la plancha y sobre brasas. Más magro, el lomo es también valorado por los ‘itamae’ para sus elaboracio­nes. Parte de él, el conocido como ‘tarantelo’ –el más cercano a la ventresca– es perfecto para encebollar –en ‘colorao’, al estilo del chef Julio Vázquez–, en ceviche o en ‘tataki’. Estas dos últimas elaboracio­nes están en la propuesta de Damián Ríos en DeAtún, en Madrid. También se hace a la brasa, como en el madrileño Kulto de José Fuentes y Laura López, forjados como cocineros en Cádiz.

El descargame­nto, la parte interna del lomo, es muy apreciada para tartar o para adobar –en BiBo, por ejemplo–. Las vísceras como el corazón tienen su hueco en cocina. En Zoko, con locales en Madrid y Zahara, lo utilizan en salazón para sus croquetas. También las huevas, las de leche –de los machos– y las de grano, que sirven cocidas en Surtopía junto con otros cortes selectos de la cabeza como el mormo o la facera. El buche –los conocidos como callos de atún– o el hígado también se aprovechan.

El precio del atún rojo salvaje ha acusado una subida de precio del 20% respecto a 2021

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 ?? // ABC ?? Dani García, en la terraza de Dani Brasserie del Four Seasons de Madrid, con diferentes cortes de atún
// ABC Dani García, en la terraza de Dani Brasserie del Four Seasons de Madrid, con diferentes cortes de atún
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