A burro muerto, la cebada al rabo
La inflación se ha tragado ya la subvención de la gasolina. Pero no se preocupen, Sánchez nos protege. Nos dice que hay que ser optimistas, y que todo puede ir a peor. En eso... acierta
PUES nada, que no se cambia la política de la subvención. Que como al Banco de España le falta sofistificación –como dice el ministro Escrivá que de eso sabe mucho–, sus recomendaciones se las pasan directamente –y con perdón– por el arco del gran triunfo. Les da igual que haya dado además explicaciones obligadas en el Congreso que como si no lo hubiera hecho. Es su estrategia política, y amén. El caso es que el Gobierno, que ha desechado por activa y por pasiva la posibilidad de bajar los impuestos –no hay ministro o vicepresidenta que no lo haya incluido en sus declaraciones en algún momento en los últimos dos meses–, se centra únicamente en compensar a familias y empresas, en esta última ocasión, por la desorbitada subida de precios, repartiendo bonificaciones o ayudas sociales para las familias. Y lejos de conseguir el objetivo principal y prácticamente único de ambas subvenciones –controlar los precios– ha provocado más bien todo lo contrario al inyectar más estímulos en la economía.
Y ayer... vuelta la burra al trigo: «Vamos a seguir protegiendo a las familias y a las empresas de nuestro país mientras duren los efectos de la guerra». Palabra de Sánchez, Gobierno de España. Así el señor presidente avanzaba que se prorrogará el Plan de Respuesta a la guerra tres meses más. Esto es, entre otras medidas: la bonificación en 20 céntimos el litro de los combustibles, la rebaja del 21 al 10% del IVA de la electricidad, la suspensión o rebaja de los impuestos sobre la generación de energía eléctrica, la ampliación de la cobertura del bono social y del aumento del Ingreso Mínimo Vital.
Lo dicho, explicaciones y recomendaciones de un equipo técnico tan preparado y con tanto prestigio como el del Banco de España, una vez más con Sánchez, en saco roto, cuando ayer de nuevo volvía a pedir que se retiren estas gravosas ayudas fiscales, cuyo coste final, por cierto, se puede ir hasta los 12.000 millones de euros de mantenerse hasta final de año, según las estimaciones de la propia ministra de Hacienda. O al menos, si no retirar todas, sí hacer un enfoque mucho más selectivo de esas ayudas para orientarlas a los colectivos que más las necesitan y para evitar tensionar aún más las ya sobrecargadas arcas públicas, en situación de alta vulnerabilidad con una deuda del 118%, que se dice pronto.
Pues les diré sobre la eficacia de estas medidas ‘made in factoría Sánchez’ que, por ejemplo, la inflación galopante se ha comido ya en cuestión de pocas semanas el efecto compensatorio de la subvención a los carburantes. Llenar el depósito es misión imposible, pero el Gobierno nos dice que nos protege y que hay que ser optimistas porque todo puede ser aún peor. En eso... acierta. Es lo que hay, a burro muerto, la cebada al rabo.