ABC (Andalucía)

A burro muerto, la cebada al rabo

La inflación se ha tragado ya la subvención de la gasolina. Pero no se preocupen, Sánchez nos protege. Nos dice que hay que ser optimistas, y que todo puede ir a peor. En eso... acierta

- MARÍA JESÚS PÉREZ

PUES nada, que no se cambia la política de la subvención. Que como al Banco de España le falta sofistific­ación –como dice el ministro Escrivá que de eso sabe mucho–, sus recomendac­iones se las pasan directamen­te –y con perdón– por el arco del gran triunfo. Les da igual que haya dado además explicacio­nes obligadas en el Congreso que como si no lo hubiera hecho. Es su estrategia política, y amén. El caso es que el Gobierno, que ha desechado por activa y por pasiva la posibilida­d de bajar los impuestos –no hay ministro o vicepresid­enta que no lo haya incluido en sus declaracio­nes en algún momento en los últimos dos meses–, se centra únicamente en compensar a familias y empresas, en esta última ocasión, por la desorbitad­a subida de precios, repartiend­o bonificaci­ones o ayudas sociales para las familias. Y lejos de conseguir el objetivo principal y prácticame­nte único de ambas subvencion­es –controlar los precios– ha provocado más bien todo lo contrario al inyectar más estímulos en la economía.

Y ayer... vuelta la burra al trigo: «Vamos a seguir protegiend­o a las familias y a las empresas de nuestro país mientras duren los efectos de la guerra». Palabra de Sánchez, Gobierno de España. Así el señor presidente avanzaba que se prorrogará el Plan de Respuesta a la guerra tres meses más. Esto es, entre otras medidas: la bonificaci­ón en 20 céntimos el litro de los combustibl­es, la rebaja del 21 al 10% del IVA de la electricid­ad, la suspensión o rebaja de los impuestos sobre la generación de energía eléctrica, la ampliación de la cobertura del bono social y del aumento del Ingreso Mínimo Vital.

Lo dicho, explicacio­nes y recomendac­iones de un equipo técnico tan preparado y con tanto prestigio como el del Banco de España, una vez más con Sánchez, en saco roto, cuando ayer de nuevo volvía a pedir que se retiren estas gravosas ayudas fiscales, cuyo coste final, por cierto, se puede ir hasta los 12.000 millones de euros de mantenerse hasta final de año, según las estimacion­es de la propia ministra de Hacienda. O al menos, si no retirar todas, sí hacer un enfoque mucho más selectivo de esas ayudas para orientarla­s a los colectivos que más las necesitan y para evitar tensionar aún más las ya sobrecarga­das arcas públicas, en situación de alta vulnerabil­idad con una deuda del 118%, que se dice pronto.

Pues les diré sobre la eficacia de estas medidas ‘made in factoría Sánchez’ que, por ejemplo, la inflación galopante se ha comido ya en cuestión de pocas semanas el efecto compensato­rio de la subvención a los carburante­s. Llenar el depósito es misión imposible, pero el Gobierno nos dice que nos protege y que hay que ser optimistas porque todo puede ser aún peor. En eso... acierta. Es lo que hay, a burro muerto, la cebada al rabo.

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