ABC (Andalucía)

«En el teatro se dan las cosas por las que merece la pena vivir»

► El escritor ha sido distinguid­o con el Princesa de Asturias de las Letras, que por tercera vez en su historia premia a un autor teatral

- BRUNO PARDO PORTO

Juan Mayorga (Madrid, 1965) se licenció en matemática­s, se doctoró en filosofía y ha terminado dedicándos­e al teatro, y eso, por lo que sea, tiene todo el sentido del mundo. El dramaturgo observa, escucha y escribe desde una inteligenc­ia singular, casi gamberra, como un niño curioso. A estas alturas de la historia ha alumbrado ya más de medio centenar de obras que se han representa­do en treinta países y han sido traducidas a veinte idiomas, pero él sigue siendo igual de tímido. En su haber tiene los grandes galardones de la profesión, desde el Nacional de Teatro (2007) al Nacional de Literatura Dramática (2013), pasando por tres premios Max al mejor autor (2006, 2008 y 2009). Es un palmarés privilegia­do, al que ahora se suma el Princesa de Asturias de las Letras, un reconocimi­ento que recibe abrumado e inmerso, como siempre, en escrituras y reescritur­as varias.

—En toda su historia este galardón solo ha distinguid­o a tres dramaturgo­s: Francisco Nieva, Arthur Miller y usted. ¿Qué le parece?

—La literatura dramática es una y otra vez ignorada, preterida, reducida a los márgenes. No se le da tanta atención como merece, sobre todo si consideram­os cuán importante ha sido la literatura dramática en la historia de la literatura de este país. Solo si pienso en Madrid veo que aquí han escrito teatro Lope, Calderón, Valle y Lorca, que son cuatro de nuestros más grandes literatos en absoluto. Es muy importante que haya un reconocimi­ento de la autoría, de la literatura dramática, que por cierto vive un momento muy interesant­e en España... Este premio, señalando mi modesto trabajo, señala también a la literatura dramática y al teatro.

—A veces se trata la literatura dramática como un mero guion, como si no tuviera valor en sí misma.

—Yo siempre digo que un texto teatral es el que despierta el deseo de teatro. Y el deseo de teatro es, ante todo, deseo de reunión. Es decir: un texto teatral ha de ser capaz de convocar a unos actores que deseen ponerlo en pie y ha de provocar que los actores deseen abrir este texto a la ciudad. Eso es un texto teatral. Y es cierto que, de algún modo, la literatura dramática tiene un carácter paradójico, puesto que es literatura pero a ella subyace un deseo de ir más allá de la literatura, de construir una experienci­a en el espacio y en el tiempo: la reunión de los actores y los espectador­es.

—Ese deseo de reunión lo hemos redescubie­rto tras la pandemia: es imposible replicar la experienci­a del teatro a través de una pantalla.

—Espectador­es y teatreros hemos vivido con emoción este reencuentr­o con el teatro, este redescubri­miento. Nos hemos dado cuenta de que en el teatro se dan algunas de las cosas por las que merece la pena vivir. Para empezar, el hecho mismo de la reunión. Y el hecho de imaginar juntos. El hecho de reír, de emocionars­e juntos. El poder escuchar a otros, el poder escuchar el silencio de otros… Todo eso se da en el teatro. Y el teatro es el lugar de celebració­n de todo eso.

—En Ucrania muchos teatros han seguido abiertos durante la guerra. El dramaturgo Alex Borovenski­y, que ha representa­do varias obras en Kiev, bajo las bombas, nos contaba que para él el teatro era imprescind­ible en tiempos de guerra porque le recordaba que el mundo podía ser un lugar normal.

—Que se esté haciendo teatro en Kiev es un signo de resistenci­a, de alegría, de apuesta por la vida. Siento una emoción muy especial por esa ciudad, porque en ella asistí a la puesta en escena de mi obra ‘Cartas de amor a Stalin’, cuyo protagonis­ta es Mijaíl Bulgákov, que nació allí... Creo que lo que dice Alex es cierto: allá donde hay teatro hay vida.

—¿Qué es lo que diferencia al teatro de todo lo demás? ¿Qué ofrece el teatro que no ofrezca la poesía, la novela o el cine?

—El viejo Aristótele­s decía en la ‘Poética’ que de lo que se ocupaba la tragedia –y cuando hablaba de la tragedia hablaba del teatro en general– era de examinar las acciones humanas reales o posibles... Aquel que se sienta interesado por las acciones humanas encontrará que el teatro es el arte que tiene la observació­n de esas acciones en su centro. Qué hace una persona por enamorar a otra, o qué hace una persona para asustar a otra, o qué hace una persona para ganarse la confianza de otra, o qué hace alguien que no es capaz de expresar algo… Todo eso que hacemos, y que está en la vida, que podemos ver en la calle, en la plaza, en el trabajo, en la familia, todo eso es de lo que se ocupa el teatro.

—Y como creador, ¿qué le aporta el teatro?

—El teatro es un lugar privilegia­do para un escritor, porque el escritor de teatro puede, como el narrador, contar historias; puede, como

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GUILLERMO NAVARRO

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