ABC (Andalucía)

Morante: faena digna de un rey

► Se queda en una oreja por la espada, después de realizar una obra de arte. El Juli pierde la oreja al matar

- ANDRÉS AMORÓS

Preside la corrida de la Beneficenc­ia el Rey don Felipe, acompañado por Antonio Bañuelos, presidente de los ganaderos de toros bravos. El público que abarrota el coso (se ha puesto hace días el cartel de No hay billetes) lo recibe con una clamorosa ovación: además de la adhesión a la Monarquía, significa también la alegría de verlo en la Plaza de Toros. Al margen de las aficiones de cada uno, el Rey está en el Palco Real, presidiend­o un festejo de la Fiesta Nacional de los toros, en la capital de España. Está donde debe estar, le pese a quien le pese, y este público se lo agradece.

Los toros de Alcurrucén mansean de salida pero –como es propio del encaste Núñez– van a más, dan buen juego. El Juli pierde la oreja por la espada; Ginés Marín tiene una digna actuación. Morante logra una faena extraordin­aria, una pura delicia: por la espada, se queda en un trofeo.

El pasado sábado, en la corrida de San Fernando, Morante realizó su personal ‘Concierto de Aranjuez’, y recibió una gran paliza, al entrar a matar. Magullado todavía, comparece en Las Ventas. No ha tenido suerte con los toros en este San Isidro. El primero mansea claramente desde que sale, cuesta mucho picarlo. Morante ha podido dibujar tres verónicas exquisitas, solamente tres. En la muleta, el toro se para por completo: es un marmolillo total (como algunos personajes que yo conozco). Aunque se llama Jaranero, no hay modo de darle fiesta. Morante hace bien no alargando la imposible faena, aunque le piten, y mata sin estrechars­e.

El cuarto mansea de salida, nadie da una perra gorda por la faena; a mi lado, vaticinan la bronca pero Morante sorprende comenzando con ayudados a dos manos, clásicos, cargando la suerte, y el toro saca su buena casta. A partir de ahí, se despliega una verdadera sinfonía: muletazos lentísimos, ligados, con mando y con belleza, que ponen al público en pie. Cuando el buen toro comienza a pararse, Morante, con inteligenc­ia, recurre a los naturales sevillanos de frente, estilo Manolo Vázquez. Tiene seguras las orejas pero la espada queda tendida y falla al intentar el descabello, rodilla en tierra, pero ahí queda la faena, para el recuerdo. Da la vuelta al ruedo, sonriente, con una oreja en la mano, escuchando gritos de «¡torero!».

El hueco dejado por el lesionado Emilio de Justo lo ha ocupado El Juli. Aciertan los que se lo propusiero­n y acierta el diestro, al aceptarlo: después de haber triunfado rotundamen­te en esta Feria, podía haber optado por el conservadu­rismo de no volver tan pronto a Las Ventas: se hubiera equivocado. Las figuras lo son no solo porque torean bien sino porque asumen su responsabi­lidad. Además, es difícil que Julián encuentre otra vez un ambiente tan favorable en esta plaza. No olvidemos que se lo ganó, aunque no cortara trofeos, por realizar grandes faenas a toros difíciles, encastados, no por una faena vistosa a un torito de carril. Buena parte del público madrileño está deseando que pueda revalidarl­o, saliendo a hombros.

El segundo, un bonito berrendo en negro, mansea de salida pero va a más. El Juli lo va sometiendo, en una faena de muchísimo mando. Algunos muletazos, tirando del toro y llevándolo hasta allí lejos, muy templado, son verdaderam­ente propios de un maestro. Ha logrado acallar a los discordant­es, tiene a la plaza entera en el bolsillo pero, como tantas veces, falla al matar, con el habitual salto.

El quinto también da buen juego, se llama Antequeran­o. (Recuerdo el verso de un gran poeta antequeran­o, José Antonio Muñoz Rojas: «Y el toro, un negro viento apresurado»). Brinda El Juli a Emilio de Justo, en el callejón, con un collarín, que recibe una gran ovación. La faena es técnica, correcta, desigual, pero vuelve a matar mal, con salto. La espada le priva de muchos triunfos.

Ginés Marín sufrió una cornada grave el día de San Isidro y reapareció cuando solamente habían pasado diez

días. La afición agradeció el gesto torero, aunque quizá no se encontrara todavía plenamente recuperado. Ha tenido ya una semana más para reponerse. Lancea fácil y vistoso al tercero, que embiste con nobleza. El comienzo de faena, con ayudados rodilla en tierra, es primoroso, anuncia una gran faena… que no llega a producirse: muletazos estéticos alternan con alguno, enganchado. Mata con decisión, trasero, y falla en el descabello.

El sexto, un precioso salpicado, sale suelto. Ginés liga buenos pases por los dos lados, dejándole la muleta puesta, pero el toro acaba rajándose y el voluntario­so trasteo queda a medias. Prolonga demasiado. Mata con decisión pero el toro tarda en caer.

Hace años, para ponderar una gran faena de Antonio Ordóñez, que presenció el entonces joven Príncipe Don Juan Carlos, Gregorio Corrochano la bautizó como una «faena de príncipe»: de príncipe del toreo y digna de un príncipe de España. Esta tarde, Morante ha hecho una faena digna de Gallito, un rey del toreo, y de un Rey de España, don Felipe, felizmente presente y ovacionadí­simo, en el Palco Real de las Ventas, su sitio.

 ?? ??
 ?? // DE SAN BERNARDO ?? El Juli, en un pase de pecho
// DE SAN BERNARDO El Juli, en un pase de pecho
 ?? ??
 ?? // DE SAN BERNARDO ?? Morante de la Puebla remata con una media verónica
// DE SAN BERNARDO Morante de la Puebla remata con una media verónica

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain