Cuando la violación en grupo es una mentira individual
El vuelco del caso de la violación grupal de la playa no es único. En Málaga se han destapado hasta cuatro denuncias falsas en los últimos años que podían haber arruinado la vida de quince acusados
El Código Penal recoge ahora entre seis y doce años de cárcel para una violación; pero cometida en grupo la pena es mayor
El caso de la joven guatemalteca que acaba de retirar su denuncia contra tres jóvenes por haberla violado en la playa, admitiendo en unos mensajes de audio que lo inventó, tiene al menos tres precedentes más en la provincia de Málaga en los últimos años. Con escenarios diferentes pero el nexo común de la denuncia por violación grupal, en total han sido quince los acusados que se han librado de pasar una buena temporada entre rejas al concerse la falsedad de las denuncias de que habían sido objeto. La violación está castigada ahora con entre seis y doce años de cárcel, pero el delito cometido en grupo es un agravante.
Comenzando con lo más reciente, el caso de la presunta violada en la playa corre ya hacia su archivo. Ayer se supo que la joven había retirado la denuncia. Eso sí, según informa J.J. Madueño, no lo hizo hasta que la juez no le puso los audios que había enviado a su amigo, reconociendo que se la inventó para conseguir la residencia y alguna ayuda económica. Aunque acusó a tres personas, las primeras actuaciones policiales y judiciales fueron contra dos, ahora ya libres.
Violada en un cuartel
Ríos de tinta y horas de televisión corrieron también ante el caso de la soldado del Acuartelamiento Aéreo de Bobadilla, en Antequera, que en 2017 denunció haber sido víctima de una violación en grupo en pleno cuartel por cuatro de sus compañeros. La habían drogado para abusar de ella, aseguró.
A resultas de su denuncia, cuatro militares del acuartelamiento fueron encartados por el Tribunal Militar de Sevilla, después de que el de Antequera se inhibiera en el caso. Y el caso terminó archivado, como adelantó ABC. No había un solo indicio que pudiera respaldar su tesis. También terminó absuelto el otro militar al que había acusado por una violación en el mes de septiembre inmediatamente anterior. Las relaciones sexuales habíansido «plenamente consentidas».
En un colegio religioso
El siguiente escenario es un colegio religioso de Málaga. Corre el año 2015 y los alumnos de segundo de Bachillerato están cerca de graduarse. Cuatro de ellos, todos con 17 años de edad, no podrán hacerlo. En torno a Semana Santa, una de sus compañeras acude a la Policía para denunciarlos por acoso escolar, acoso telefónico, agresiones físicas y abuso sexual. Luego, la estudiante amplía su denuncia. Asegura que en los mismos jardines del centro educativo ha sido brutalmente violada. Bucal, anal y vaginalmente. Los padres de los chavales inician una investigación particular y demuestran, entre otras cosas, que las fotos de los hematomas que presenta la chica para acusarles de haberles golpeado están sacadas de internet. Y un detalle más importante: que los días en que ella denuncia haber sido vejada e incluso en la jornada de la violación, algunos de ellos ni siquiera estaban en el colegio. Les salva la geolocalización de sus móviles. Al final, se deduce falso testimonio contra la denunciante, que es condenada a cien días de prestaciones para la comunidad.
Violación en plena Feria
Primerísima hora de la mañana. Resaca de una larga noche de Feria malagueña. Cerca del recinto ferial del Cortijo de Torres, una patrulla de la Policía Local se encontró a una chica que les relató que había sido violada por cinco jóvenes (incluidos dos menores). Según contó, la habían asaltado al salir de su trabajo en la Feria y habían abusado de ella detrás de una de las atracciones. Los cinco fueron detenidos de inmediato. El caso provocó un tremendo escándalo social.
Pero igualmente rápido comenzaron a verse las incongruencias del relato. Los chicos mantenían que las relaciones habían sido consentidas. Y
comenzaron a aparecer testigos (feriantes que presenciaron los hechos) que daban pábulo a esta versión. Se habían montado una auténtica película porno, llegó a decir alguno. Finalmente, apareció la prueba definitiva. Se habían grabado un vídeo durante la orgía. Un testimonio gráfico de algo más de un minuto de duración que fue suficiente para que la magistrada encargada del caso decretara el archivo de la causa.
Ese mismo mes de septiembre, la joven fue condenada a diez meses de cárcel por cinco delitos de denuncia falsa, además de a una multa de 2.160 euros. Como no tenía antecedentes, no tuvo que entrar en prisión.