El notario del PSOE
Sánchez ha transfigurado al candidato andaluz, antaño un hombre sereno
E Lcandidato del PSOE en Andalucía era antes de ser absorbido por Sánchez un hombre de espíritu juanramoniano: tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Juan Espadas, otrora sereno y dialogante, es el paradigma de la transfiguración que el presidente provoca en quienes se le aproximan. Conocí a un Espadas ponderado y empático, pero ahora veo a un hombre poseído por los demonios del sanchismo, un trasunto de su jefe, una marioneta, una especie de alien que se debate entre su carácter natural y los colmillos sangrantes de la secta en la que ha ingresado. Y el resultado es que el electorado socialista que antaño habría votado a una cabra –Alfonso Guerra ‘dixit’–, se va a quedar en su casa el 19 de junio. Porque en política se puede ser un lobo con piel de cordero, pero nunca un gatito que quiere rugir como un tigre.
Sánchez sabe que en Andalucía se juega su pan, que es lo único que le importa, y ha puesto a Espadas a bramar contra el ‘efecto Feijóo’ que llevaba escrito en sus apuntes la vicepresidenta Yolanda Díaz mientras anunciaba una derrama de millones para paliar el paro andaluz. Esa es, por cierto, la principal lacra que nos va a dejar este Gobierno: la grosería como estilo. El uso de los recursos públicos con fines electorales es más antiguo que el hilo negro, pero hasta ahora estas cosas se escribían en papel de seda. El gran desastre del sanchismo, incluso por encima de su tropelía de cada día, es que edita el BOE en papel de lija. En las formas es aún más obsceno que en el fondo. Por eso Espadas agoniza en su rol de hombre malo, porque la peor traición es a uno mismo. Su última ocurrencia ha sido exigir a Juanma Moreno que firme ante un notario que no gobernará con Vox. Lo suyo es que lo mande a la Notaría del PSOE en la que Pedro Sánchez juró que no podría dormir si pactase con Podemos, que no negociaría con los independentistas porque no iba a ser presidente «a cualquier precio», que iba a acabar con los indultos políticos o que bajaría el precio de la luz. Señor Espadas, ¿a Noé le va a hablar usted de lluvia?