Virtudes y defectos del periodismo
GILBERTO CORONADO
nos ha enviado un mensaje a nuestro buzón de lectores@abc.es, breve pero muy gratificante y que nos recuerda alguna de los efectos secundarios del periodismo, como es el de emocionar al lector. Dice así: «Conmovedor y aleccionador el Enfoque que hace Patricia Abet sobre el naufragio del Villa de Pitanxo. Ojalá esas familias consigan respuestas y justicia».
Más por llamar al pan, pan y al vino, vino –que es otra de las virtudes de este viejo oficio de contar lo que pasa–, nos remite un correo electrónico
DANIEL RODRIGÁLVAREZ
para «agradecer y felicitar a Ignacio MarcoGardoqui por sus ‘píldoras’, siempre precisas y atinadas sobre temas económicos, así como también en el mismo ámbito a John Müller, gran fichaje de hace tiempo, por sus observaciones y comentarios, siempre eruditos y bien documentados».
La carta de otro lector nos recuerda, sin embargo, que una de las obligaciones del periodismo es la precisión terminológica, atinar bien con el famoso ‘quién’ del las cinco W que han de aparecer en una información.
MANUEL RIQUELME QUICIOS
se detiene en la noticia «Detenido un paciente por agredir al médico y al ATS que han acudido a su domicilio en Santa Olalla» y nos recuerda que el término ATS ya no existe. Los profesionales son enfermeras o enfermeros».
En su caso con cierta sorna, también nos matiza ANDRÉS OÑORO, para quien «únicamente la amabilidad y el buen hacer de sus colaboradores habituales permite considerar hoy en día como ‘juristas’ a los políticos profesionales Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska. Quizá lo fueron y vuelvan a serlo pero hoy por hoy son unos simples ministros del Gobierno nacional presidido por Pedro Sánchez hasta muy finales del otoño del próximo año 2023. Nada más ni nada menos».