ABC (Andalucía)

No piensan como nosotros

Observamos a los rusos desde nuestra óptica, esperando una reacción airada en defensa de la legalidad y los derechos humanos en Ucrania. No ha sido así ni lo será a corto plazo

- ANA I. SÁNCHEZ

SUPERADOS cien días de la invasión de Ucrania debemos tener clara una realidad: la población rusa no percibe el mundo como la occidental. La mayoría de los rusos han mamado desinforma­ción y censura desde su nacimiento, han crecido aprendiend­o que Occidente acosa a su país desde hace siglos, que quiere acabar con su cultura y que la OTAN es una amenaza directa.

Para nosotros el relato putiniano de que Ucrania pretendía dejar avanzar a la Alianza Atlántica hasta la frontera rusa no ha sido más que una excusa para la invasión. Pero para la mayoría de la población rusa, criada rodeada de propaganda, sin nuestros valores y derechos fundamenta­les, es un argumento suficiente para llevar a cabo una «operación militar especial», como denomina el dictador ruso a la guerra. Tan importante como la brutal represión que practica el Kremlin es la mentira continua convertida en relato oficial, con manipulaci­ón de vídeos, de imágenes y de todo lo que haga falta. «Si ustedes entendiera­n la lengua rusa, como nosotros, y pudiesen ustedes escuchar lo que dicen estas personas en sus conversaci­ones telefónica­s, lo que dicen sus hijos, los jóvenes o los familiares que hablan desde Rusia con Ucrania, entonces entendería­n cómo es esa sociedad», lamentaba hace poco Laima Andrikiene, presidenta de la Comisión de Exteriores de Lituania.

Es cierto que cada día crece el porcentaje de rusos que buscan informarse sobre lo que verdaderam­ente está haciendo Putin. Y que el goteo de críticos es constante. Rafael Mañueco, correspons­al de ABC en Moscú, contaba este fin de semana que el descontent­o general de la sociedad rusa por el ataque a Ucrania es palpable, fundamenta­lmente por la idea de que se ha entrado en un conflicto militar con una nación hermana. Pero una cosa es el descontent­o y otra muy distinta una movilizaci­ón masiva capaz de torcerle el brazo al dictador. «Cada vez son más los empresario­s, artistas, antiguos altos funcionari­os, economista­s y científico­s que huyen de Rusia. Dimiten de sus cargos, liquidan sus negocios, abandonan sus cátedras, dejan sus teatros o cancelan espectácul­os», añadía.

El problema es que estas voces siguen lejos de representa­r el pensamient­o mayoritari­o de la población y que, además, su salida de Rusia está dejando al país libre de opositores internos. Al mismo tiempo, se mantiene el porcentaje nada desdeñable de población fanatizada por el putinismo.

Desde el principio de los ataques hemos observado a los rusos desde nuestra óptica, esperando una reacción airada en defensa de la legalidad y los derechos humanos en Ucrania o un levantamie­nto interno al estilo del ‘No a la guerra’. No ha sido así ni lo será a corto plazo. El camino va a ser largo.

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