ABC (Andalucía)

Mick Jagger, un cocotero y el Guernica

La cofradía del igualitari­smo es la nueva Inquisició­n. O peor

- JUAN FERNÁNDEZM­IRANDA

Un tipo que se sube a un cocotero en las islas Fiyi con 62 años y encima se cae merece mi atención. Eso fue en 2003. Keith Richards fundió para siempre su imagen con ese árbol tropical y provocó la suspensión de una gira mundial. Le cayó la del pulpo: que si de su salud dependen millones de dólares, que si la abuela fuma. ¡Paparrucha­s! A mí me pareció una excelente página para su biografía. Hacen falta más Keith Richards, y menos pesaos, intensos y ofendidito­s.

Tres años antes, cuando viajé de Madrid a Barcelona para ver a los Rolling Stones en Montjuic pensé seriamente que tal vez fuera su último concierto, incluso fantaseé con que esa entrada pasara a ser objeto de culto: el ticket del concierto en el que infartó Mick Jagger, o en el que palmó Keith Richards, que tiene peor pinta. Que sí, que es de muy mal gusto frivolizar con la muerte ajena, pero no con la de Sus Satánicas Majestades. Y, además, ese fetichismo pop forma parte de nuestra cultura, y por eso se siguen vendiendo vinilos. Yo me gasto la pasta que gano con este artículo en objetos que Spotify y YouTube están decididos a convertir en polvo, y lo seguiré haciendo. Si no lo entiende, amigo lector, es que usted no ha fantaseado nunca con subirse a un cocotero, o no entiende lo que a mí me explicó Yeyo, uno de mis profesores en la facultad cuando le entregué un trabajo que hice con mi amiga Celia sobre la cobertura de la prensa española al concierto de los Beatles en Las Ventas en 1965. Yeyo torció el gesto y sin meterse con los de Liverpool sentenció: «Los Stones son carretera y manta, son una forma de vivir». Lo clavó.

El otro día vinieron los Rolling Stones a Madrid y, además de un conciertaz­o, Jagger se pegó un buen garbeo por la ciudad: homenajeó a Satán visitando la estatua del Ángel caído, se tomó una caña en el Sierra y zapateó en un tablao... hasta aquí todo bien. El problema surgió cuando Mick Jagger –sir Mick Jagger– tuiteó una foto delante del Guernica. Intolerabl­e para la cofradía del igualitari­smo, que es la Inquisició­n pero al revés.

Que sí, ofendidito­s del mundo, que ya sabemos que la norma prohíbe fotografia­rse delante del cuadro de Picasso, pero respiren y disfruten de la vida. Eso es para ciudadanos de a pie y turistas y los Rolling no lo son. Un consejo: cojan un avión y váyanse a una isla con un cocotero, pero no como la de Richards: como las de Forges. Y déjennos en paz.

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