La OTAN revive en España
«En estos momentos en que España se dispone a celebrar la cumbre de la OTAN, el caso Pegasus puede traer consecuencias. A los servicios de inteligencia españoles han llegado preguntas de si el Gobierno de España puede garantizar que las materias que se van a debatir durante la cumbre de la organización atlántica no van a ser conocidas por partidos políticos que aplauden la invasión de Ucrania, o que buscan la alianza con Putin. Y aquí la coalición de gobierno lo hace difícil»
HAN pasado más de siete décadas desde su creación y en plena invasión rusa el Gobierno de España afrontará del 28 al 30 de junio la cumbre de la OTAN en Madrid, el acontecimiento político militar más importante y de mayor relevancia internacional desde que Pedro Sánchez llegó al poder. Entramos así, según ha asegurado su secretario general, Jens Stoltenberg, y en medio de una «gran transformación fundamental» en una etapa marcada por la guerra en Ucrania tras la invasión de Rusia. Y todo ello, con la participación de los jefes de Estado y Gobierno, de los posibles nuevos miembros de la Alianza, Suecia y Finlandia, y de países e instituciones que tienen acuerdos de ‘partenariado’ con la OTAN.
La OTAN está en pleno declive tras el conflicto en Afganistán, pero vuelve a cobrar un alto protagonismo debido la deriva belicista del Kremlin. Es evidente que la Alianza quiere avanzar en la Agenda 2030 y empieza ya a planear exigencias concretas para hacer frente a los nuevos retos elevando su perfil político. En esta ocasión, la cita adquiere mayor importancia porque se definirán las nuevas directrices: el concepto de disuasión nuclear, la defensa colectiva y otras amenazas, teniendo en cuenta el actual contexto estratégico. Necesariamente, el auge de China tendrá un protagonismo especial en la cumbre dado el peligro creciente, como ha manifestado el secretario general: «Pedimos que actúe con responsabilidad en el terreno internacional, en línea con su papel como gran potencia. Nos preocupan algunas políticas coercitivas de Rusia y China que contrastan con los valores fundamentales consagrados en el Tratado de Washington».
Después de tres meses de invasión, la perspectiva que se avecina es una guerra a largo plazo. La falta de avances significativos de las tropas rusas revela una sólida recuperación por parte del ejército y las milicias ucranianas, que con el apoyo de la UE, de Estados Unidos y de la OTAN, han apostado por repeler la invasión de fuerzas rusas, incluso antes del comienzo de esta guerra fratricida. Y las autoridades de Bruselas llaman a apretar con dureza a la economía de Putin para que Rusia sufra realmente las consecuencias de la brutal agresión a Ucrania. No se pueden mantener por más tiempo las atrocidades cometidas por el Kremlin, y para ello el objetivo esencial es dejar de comprar hidrocarburos (gas y petróleo) a Rusia, porque en realidad esa compra supone una fuente importante de ingresos para financiar la guerra.
En repetidas ocasiones Putin ha manifestado que la defensa del país es sagrada, ensalzado a los militares rusos que combaten. «Nuestro deber es recordar a aquellos que aplastaron el nazismo (...) y hacer todo lo posible para que no se repita el horror de una guerra global». Putin hizo estas declaraciones durante el discurso del desfile anual del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. Fue un ‘espectáculo’ sin presencia de ningún dirigente extranjero y destinado a cimentar y ensalzar la moral de la ciudadanía rusa. Por eso, responsabilizar a Occidente de la guerra de Ucrania forma parte del delirio de un presidente autócrata marcado por su ADN expansionista e imperial.
Putin no cesará en sus ataques hasta obligar a Zelenski a firmar importantes concesiones geográficas como Crimea o el corredor terrestre de Mariúpol, y ejecutar otras políticas como el compromiso de no adhesión de Ucrania a la OTAN. La ofensiva rusa se acrecienta en el Donbass, donde los combates se intensifican en la región para intentar hacerse con el control total, convirtiendo el escenario –según Zelenski– en un infierno igual a Mariúpol. La gran incógnita es saber si Putin se contentará solamente con la zona del este y sur de Ucrania, o si decide continuar para adueñarse de todo el país. Pronto lo veremos.
No obstante, tras casi tres meses, la guerra le está costando a Rusia buena parte de su arsenal militar, numerosas bajas y el desprestigio mundial provocando un escenario de horror y muerte jamás vistos. El mundo entero está perplejo viendo cómo los muertos en el campo de batalla son abandonados sin el respeto que merecen. Estos hechos han incitado a países históricamente neutrales como Finlandia y Suecia a solicitar su adhesión a la Alianza para disuadir a Rusia de no repetir acciones como la de Ucrania. Pero existen discrepancias. Turquía muestra su desacuerdo con la entrada de ambos países a la OTAN, aunque en conversaciones recientes se ven tenues avances para llegar a posibles acuerdos. Desde Washington, el presidente norteamericano, Joe Biden, ha declarado «todo el apoyo, pleno y completo de Estados Unidos».
La invasión de Ucrania ha reforzado una OTAN que en tiempos de Obama y Macron se encontraba muy debilitada, renovando su prestigio y con un horizonte abierto a una nueva ampliación con la incorporación de Suecia y Finlandia. Este inesperado rejuvenecimiento de la Alianza en un momento en que algunos de sus miembros comenzaban a plantearse su viabilidad después de las duras críticas vertidas por Donald Trump ha sido posible gracias a las agresivas políticas del presidente Putin. La invasión rusa de Ucrania ha convencido a los miembros de la Alianza y países de su órbita de que «más OTAN», según el periodista Pedro Rodríguez, es más necesaria que nunca al abrigo del artículo 5 del Tratado de Washington, que consagra el principio de defensa colectiva.
Pero en estos momentos que España celebra la cumbre de la OTAN, el caso Pegasus puede traer consecuencias. A los servicios de inteligencia españoles han llegado preguntas de si el Gobierno de España puede garantizar que las materias que se van a debatir durante la cumbre de la OTAN no van a ser conocidas por partidos políticos que aplauden la invasión de Ucrania, o que buscan la alianza con Putin. En España eso se ha puesto de manifiesto por el Gobierno con una alianza formada por una base de partidos independentistas, comunistas y filoetarras. Esta situación, que es bien conocida a nivel internacional, ha traspasado fronteras y ha puesto en alerta a la diplomacia y a los servicios de inteligencia de los países de la Alianza.
Estamos en un momento histórico en el que España va a desempeñar un papel determinante en la renovación y modernización de los postulados de la OTAN. Por eso es muy relevante que en estos momentos cruciales se celebre en nuestro país esa cumbre y sería más que deseable que los partidos de gobierno contrarios a la organización atlántica no empañen más esta convocatoria con sus declaraciones inoportunas y en contra de esta cita internacional.
La guerra con Ucrania ha vuelto a reavivar la Alianza Atlántica, demostrando ser un instrumento esencial de estabilidad y paz que ha defendido los valores democráticos. Creo conocer bien la OTAN después de permanecer un largo periodo trabajando en la organización, y es notorio, más que nunca, que es un pilar fundamental para preservar la paz y seguridad de Europa.