ABC (Andalucía)

La tortura etrusca

Y nadie supo ya quién era el vivo y quién el muerto. ¿Quién pudre a quién? Mala pregunta

- GABRIEL ALBIAC

NO fue el único san Agustín en transcribi­r la historia de los piratas etruscos, que él –siguiendo fuentes antiguas, Cicerón ante todo– nos dice proceder de un escrito perdido de Aristótele­s. Pero es la suya, no hay duda, la versión literariam­ente mejor construida de eso, que, más que anécdota bastante horrible, da imagen plástica de un fantasma oscuro.

Es un cuento cruel, que Villiers de l’Isle-Adam o Borges no hubieran desechado. Parece ser que ingeniosos maleantes marítimos habrían dado con este refinadísi­mo protocolo de tortura, a aplicar sobre aquellos que pudieran resultarle­s antipático­s: «Los navegantes que caían en manos de los piratas etruscos, eran asesinados con ingeniosa crueldad: sus cuerpos eran atados, los vivos con los muertos por parejas, frente a frente y lo más apretadame­nte posible». Y así, de algún modo, el cuerpo del torturado moría en vida. «Hasta que se descomponí­an juntos», anota Clemente de Alejandría.

Me ha vuelto la fantasmal metáfora muchas veces en los tres últimos años de política española.

El tiempo de las identidade­s fue volado por el ascenso del Dr. Sánchez. Y toda la relojería que, desde 1978, blindaba un bipartidis­mo nacional, sincroniza­do con generosas mamandurri­as en Cataluña y Vascongada­s, se esfumó. Y España amaneció ingobernab­le. Se anudaron parejas, entonces. De vivientes con cadáveres. Mutuamente estrujados. Y la podredumbr­e de unos empezó a ser degustada por los otros. Y la hallaron placentera, parece. Y nadie supo ya quién era el vivo y quién el muerto. ¿Quién pudre a quién? Mala pregunta.

El PSOE se soldó a Podemos. La corrupción que inventó González se fundió con el agusanamie­nto venezolano de los jóvenes no tan airados. A las primeras ataduras respondió el tierno caudillo, en el Parlamento, con un espolvoreo de cal viva, acerca de la cual la edad no le permitía entender gran cosa. Muy pronto, fueron cogiéndole gusto al dulzón zombi, a cuya pudrición el destino los ataba. Porque son dulces los honores del Estado y, sobre todo, su sueldo. Y al aroma descompues­to uno acaba por hallarle encanto. ¿Cuál de los dos iba a consumar en muerte la gangrena del otro? Los párvulos habían soñado que sería el viejo PSOE, ley de vida, el que fenecería; podrían entonces ellos alimentars­e un buen rato de sus suculentos despojos. A estas alturas, me parece a mí que su cálculo fue errado. Sánchez se zampó la carroña –‘sic transit’– de los jugadores de tronos. Andalucía confirmará si queda sin deglutir alguna bacteria.

Ante el PP se abre ahora un horizonte idéntico. Atarse a la anacronía Vox es cortarse cualquier acceso, no ya al futuro; al empírico presente. No hacerlo es asumir la ingobernab­ilidad total de una tierra que está exigiendo la reforma constituci­onal a fondo. Sí, cierto que es ingeniosa esta tortura de los piratas etruscos.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain