No me toque los ‘oqueys’, señora
No dejaré de poner un ‘ok’ para terminar mis ‘guasaps’ aunque así aumente la huella de carbono
SI no existiera Ana González, habría que inventarla. González es la alcaldesa socialista de Gijón y acaba de proponer la eliminación del ‘ok’ en los mensajes de ‘guasap’ para reducir la huella de carbono. No es ni una excentricidad ni una ocurrencia. Y no lo es porque en un acto de militantes socialistas por la IFPG (igualdad fetén del progresista guay) dijo sin que conste cubata alguno de por medio que «nos toca volver a defender la dignidad de las mujeres, de los derechos humanos… y hasta la dignidad de los hombres, que yo, de verdad, sigo creyendo que no son animales, que son seres humanos, que no son pura explosión fisiológica descontrolada». Sí. España. Abril de 2022. Desde la superioridad moral del feminismo más insultante. Visto que compite en mamarrachadas con el ministro de la acelga y el kale, y que además parecía sincera y convencida, habrá que concluir que realmente piensa así, y que cuando construye un relato político argumentado con semejante reflexión es porque lo ha meditado antes. Lo irracional no es que lo diga, es que lo piense. Y lo inmoral, que siga cobrando. Agradecido de veras por ese reconocimiento de mi condición humana, digna incluso, ahora González nos quiere hurtar ese ‘ok’ desagradable que nos sirve para poner fin a conversaciones molestas, abruptas, incómodas. Hay ‘oqueis’ con los que en dos simples letras estás diciendo a otros que vale, que corten de una vez, que te dejen en paz. Y si es en mayúsculas, el ‘OK’ acojona y da mal rollo porque no es como un ‘ok’ normalito, no es un ‘ok, abrazo’ o un ‘ok, cuidate’, conciliador, blandurrón, sumiso, como dejando caer que te rindes, y que si hay croquetas congeladas para cenar no te enfadas demasiado. También hay ‘oqueis’ confirmatorios, quizá para esa cita con la mujer de tu vida, ahora que parecemos ir superando la condición de perros salidos en el ‘fem-ranking’.
Un ‘ok’ mola, señora. Es definitivo. No es un estorbo ni un michelín bajo la camisa. No nos toque los ‘oqueis’, mujer. Es la esencia escueta de un estado de ánimo y si eso añade peso a la huella de carbono, ya lo siento. Lo compensaré con un patinete otro día. Me enterneció aquella delegada del Gobierno ansiando el retorno de las ‘muchachas’ marroquíes porque la vida no le daba para el mocho. Pero González nos insulta. Más lo siento por los que en vez de ‘ok’ ponen ‘okisss’. Son cuatro letras más y cuadruplican el peligro para la capa de ozono. Caerá sobre su conciencia. La batalla de las ideas es contingente por ingenua, pero Ana, Greta y tanto adoctrinamiento psicótico son necesarios. Como un cachopo sin carbono. ¿Ok?