El futuro de la energía nuclear divide al Gobierno alemán
∑ La creciente amenaza rusa de cortar el grifo del gas obliga a Berlín a replantear el debate
El ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner (liberal), se ha pronunciado a favor de al menos no descartar categóricamente el retorno a la energía nuclear. Desde un punto de vista económico, no está convencido de que la transición energética pueda cumplirse satisfactoriamente y subraya que «Alemania no debe cerrar los ojos ante un debate que se está dando en todo el mundo». «La gente espera que se consideren todas las opciones debido a la protección del clima, la dependencia de Putin y la inflación», argumenta Lindner sobre el nuevo escenario en el que las economías europeas se han encontrado sin esperarlo, «por lo que aconsejo poner todos los argumentos sobre la mesa sin prejuicios».
Estas declaraciones caen como una bomba en la ‘coalición semáforo’ de Olaf Scholz, de la que Lindner forma parte y en la que los socios mantienen opiniones discrepantes al respecto.
El ministro federal de Economía, Robert Habeck, miembro de Los Verdes, ha rechazado de inmediato la posibilidad de reabrir el debate sobre la eliminación nuclear: «No hay mucho más que decir sobre la energía nuclear», ha respondido, «al comienzo del período legislativo el tema se volvió a examinar de manera profesional y libre de ideología y los ministerios correspondientes concluyeron que no es un camino que Alemania vaya a seguir».
El debate sobre la energía nuclear en Alemania se consideraba superado desde 2011, cuando Merkel dio carpetazo final al asunto, tras el desastre de Fukushima, y legisló la salida exprés de este tipo de energía. Alemania se prepara ahora para cerrar sus tres últimas centrales nucleares a finales de año y sus operadores sugieren que una decisión de ese tipo sería muy complicada de improvisar en pocos meses. Advierten que una hipotética continuidad «estaría asociada con altos obstáculos técnicos y de licencia», según un portavoz de RWE AG. Existe
El debate se consideraba superado desde 2011, cuando Merkel dio carpetazo final al tema tras el desastre de Fukushima
«una regulación legal clara para cerrar plantas de energía nuclear», ha expuesto por su parte el portavoz del grupo EnBW. El Gobierno federal y los ministros de energía de los estados federales también declararon en marzo que extender la vida útil no era una opción «para aumentar la seguridad del suministro y reducir la dependencia del suministro de gas de Rusia», pero la creciente amenaza rusa de cortar el grifo del gas obliga a Alemania a replantear el debate. Así lo ve el ministro Lindner y así lo ven también al menos la mitad de los alemanes.
Cambio por la guerra
Según una encuesta de INSA, la mayoría absoluta de los encuestados está a favor de volver a la energía nuclear y afirma que ha perdido el miedo. El 50% de los alemanes consideran sensato volver a la generación de energía mediante centrales nucleares en este país. El 63% de los votantes verdes rechazan la energía nuclear en general, en comparación con el 49% de los votantes del Partido Socialdemócrata (SPD). Pero todos los demás grupos de votantes darían la bienvenida a un regreso a la energía nuclear muy mayoritariamente.
La guerra en Ucrania y la comprensión de la necesidad de independencia del petróleo y el gas rusos han motivado este cambio de opinión. Lindner argumenta que las centrales nucleares de último diseño tienen buenos argumentos de su parte. Sugiere un programa de continuidad para la central nuclear de Neckarwestheim (Neckar, GKN), con dos reactores de agua a presión y operada por la filial EnBW Kernkraft GmbH con sede en Obrigheim. La planta se construyó en 1971 a aproximadamente a un kilómetro al suroeste de Neckarwestheim, en la ubicación de una antigua cantera, y entró en funcionamiento en 1976. Con un reactor restante, que está programado para cerrar en 2022, la planta de energía entregará 1400 MW hasta el 31 de diciembre.
Dado que fue Merkel la que legisló el final de la energía nuclear alemana, la CDU es reticente a entrar de lleno en el debate. Los socialcristianos bávaros de la CSU, sin embargo, no tienen problema ninguno en mostrarse partidarios de la continuidad.