El BCE anuncia el fin de las compras de deuda en julio y dos subidas de tipos hasta septiembre
► Lagarde reconoce por fin que la alta inflación es un desafío y la prima de riesgo española se encarama a los 115 puntos básicos
No habrá sorpresas. El Banco Central Europeo (BCE) no solamente confirma por adelantado la hoja de ruta de subidas de tipos de interés, sino que además precisa los porcentajes de cada una de ellas como nunca antes lo había hecho. La primera tendrá lugar en julio y será de un 0,25%, mientras que la segunda cita es para septiembre, cuando asistiremos a una subida de tipos igual o incluso más pronunciada. «Si entonces persisten o se han deteriorado las perspectivas de inflación, será apropiada en ese momento una subida mayor», aclaró ayer la presidenta del BCE, que explicó también que se tomarán como referencia las previsiones actuales de 6,8% para 2022 y muy especialmente 2,1% para 2024.
«Queremos ser previsibles», prometió Lagarde, que admitió que las tasas de interés negativas introducidas por su antecesor en el cargo, Mario Draghi, en 2014 podrían ser historia ya en septiembre, pero insiste en que nos atengamos a sus palabras textuales: «De cara al futuro, el Consejo de Gobierno espera volver a subir las tasas de interés clave del BCE en septiembre; la calibración de este aumento de tasas dependerá de la perspectiva actualizada de inflación a mediano plazo. Más allá de septiembre, según su evaluación actual, el Consejo cree que será apropiado un camino «gradual pero sostenido» de nuevas subidas de tipos».
El mensaje principal para la zona euro es que nos encontramos en un punto de inflexión: tras muchos años de política monetaria no convencional, con tipos de interés negativos y compras de bonos que han sostenido a empresas y a estados, el BCE traza el sendero de normalización de su política monetaria. Todavía no hay tasas de interés a la vista como las de años anteriores a la crisis de la deuda, pero se ha marcado el camino hacia tasas de interés ligeramente más altas. Según cálculos del instituto de investigación alemán ZEW, si el BCE deja de comprar bonos adicionales a finales de mes, habrá comprado papel por valor de 4,4 billones de euros, lo que supone que empresas y estados tendrán que aprender a vivir sin esta respiración artificial a la que es claro que se habían acostumbrado.
A los países terriblemente endeudados, como es el caso de España, en los que las nuevas condiciones pueden arrastrar de nuevo a primas de riesgo que conviertan su deuda en insostenible, Lagarde envió un mensaje tranquilizador: «no toleraremos la fragmentación». Aunque no precisó qué medidas concretas hay previstas. «Hemos demostrado en el pasado y seguiremos demostrando en el futuro nuestra capacidad de flexibilidad y opcionalidad», dijo. De Guindos añadió después un par de frases sobre la fortaleza y resiliencia del sistema financiero europeo, mucho más vigilado y reforzado ahora que en las anteriores crisis.
Mucho se ha debatido sobre si el BCE llega demasiado tarde con el endurecimiento de la política monetaria y si podría estar actuando con demasiada cautela. Lagarde enfatizó repetidamente que quiere actuar de manera «flexible» y «gradual». También ha habido debates entre los miembros del Consejo de Gobierno del BCE sobre si la primera subida de tipos debería ser de 0,25 puntos porcentuales, que sería un enfoque más cauteloso, o de 0,5 puntos porcentuales, que sería una intervención algo más drástica y finalmente ha quedado fuera de la mesa. Indudablemente pesa la referencia de la Reserva Federal en Estados Unidos, que inició el cambio de tendencia en las tasas de interés con 0,25 puntos porcentuales y luego elevó la tasa de interés clave en 0,5 puntos porcentuales en el segundo paso. Los jefes de los principales bancos alemanes habían pedido reiteradamente y con vehemencia subidas de tipos más contundentes, pero no puede deducirse de eso que el BCE esté oponiendo resistencia.