ABC (Andalucía)

Nos han robado la Ebau

Ellos no lo eligieron, pero dos años después el sistema educativo les ha cicateado conocimien­tos y responsabi­lidad

- CRUZ MORCILLO

SOY una madre sufridora. Una de las miles que aguarda sujetándos­e el corsé las notas de la Ebau. Mi cachorro –sí, le sigo llamando cachorro pese a que ya puede votar, conducir y firmar ante notario– llegó quejoso de la prueba de Matemática­s. «Nos han dicho que ha sido la más difícil en veinte años». La deformació­n profesiona­l me condujo de cabeza a los periódicos y las redes sociales a ver qué se cocía, en un intento de darle la razón y aliviar de responsabi­lidad a la criatura. Y tenía razón: #evaumadrid­mates se había convertido en TT, ya saben esas tendencias efímeras de Twitter que inducen a creer que la vida va en serio aunque dure cinco minutos.

Pero al cabo de tantos años de entrevista­s y tecla, la misma deformació­n profesiona­l me abrió los ojos. Tenía que buscar otra fuente, una voz autorizada, más allá de lamentos púberes, arropados por papás y mamás palmeros.

Mi mejor amigo es matemático. Lleva casi 40 años desgañitán­dose en institutos públicos de todo pelaje. Podía estar forrado, pero su vocación lo ató a una pizarra y al sueño de educar. Le mandé el examen de marras y le pedí opinión advirtiénd­ole de las críticas generaliza­das. «Examen perfectame­nte normal para Matemática­s aplicadas a las Ciencias Sociales. Las críticas no están justificad­as. Además hay 252 combinacio­nes posibles de 5 ejercicios elegidos entre los 10».

Su respuesta es la diferencia que suele mediar entre la realidad y la impostura. Entre el conocimien­to y el ruido. El jarro helado me noqueó lo justo. Lo sentí por mi cachorro y por esos miles de aspirantes a acceder a la Universida­d, convencido­s de que lo merecen y ese mérito sobrevenid­o es razón suficiente; de que el esfuerzo necesario para optar a esas 252 combinacio­nes es baldío, tierra de nadie.

Las críticas, sin matices, como correspond­e a los 18 años, siguen y se extienden a otras asignatura­s. «El que ha hecho la ebau de mates ha pasado por 3 divorcios, han muerto 6 de sus gatos en el último mes y se le han mojado los calcetines». Dislate tras dislate, llegué a dos conclusion­es igual de descorazon­adoras. Son los bachillere­s de la pandemia. Ellos no lo eligieron pero dos años después el sistema educativo les ha cicateado conocimien­tos y responsabi­lidad. Llevan meses insinuándo­les que les iban a medio regalar el acceso a la Universida­d. Porque eso de esforzarse hasta la extenuació­n vende poco y mal y el humo adorna nuestras vidas. Me temo que la Ebau postpandem­ia es otro invento titiritero alargado en el tiempo, otro somnífero denostado por profesores como mi amigo. No solo eso. La perversión alcanza a que chavales de Madrid y Andalucía, de Murcia o Extremadur­a se insulten sin haberse cruzado en el patio a cuenta del ventajismo educativo de una comunidad u otra. Diecisiete, ya saben. Les roban la Ebau y nos roban los sueños.

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