Nos han robado la Ebau
Ellos no lo eligieron, pero dos años después el sistema educativo les ha cicateado conocimientos y responsabilidad
SOY una madre sufridora. Una de las miles que aguarda sujetándose el corsé las notas de la Ebau. Mi cachorro –sí, le sigo llamando cachorro pese a que ya puede votar, conducir y firmar ante notario– llegó quejoso de la prueba de Matemáticas. «Nos han dicho que ha sido la más difícil en veinte años». La deformación profesional me condujo de cabeza a los periódicos y las redes sociales a ver qué se cocía, en un intento de darle la razón y aliviar de responsabilidad a la criatura. Y tenía razón: #evaumadridmates se había convertido en TT, ya saben esas tendencias efímeras de Twitter que inducen a creer que la vida va en serio aunque dure cinco minutos.
Pero al cabo de tantos años de entrevistas y tecla, la misma deformación profesional me abrió los ojos. Tenía que buscar otra fuente, una voz autorizada, más allá de lamentos púberes, arropados por papás y mamás palmeros.
Mi mejor amigo es matemático. Lleva casi 40 años desgañitándose en institutos públicos de todo pelaje. Podía estar forrado, pero su vocación lo ató a una pizarra y al sueño de educar. Le mandé el examen de marras y le pedí opinión advirtiéndole de las críticas generalizadas. «Examen perfectamente normal para Matemáticas aplicadas a las Ciencias Sociales. Las críticas no están justificadas. Además hay 252 combinaciones posibles de 5 ejercicios elegidos entre los 10».
Su respuesta es la diferencia que suele mediar entre la realidad y la impostura. Entre el conocimiento y el ruido. El jarro helado me noqueó lo justo. Lo sentí por mi cachorro y por esos miles de aspirantes a acceder a la Universidad, convencidos de que lo merecen y ese mérito sobrevenido es razón suficiente; de que el esfuerzo necesario para optar a esas 252 combinaciones es baldío, tierra de nadie.
Las críticas, sin matices, como corresponde a los 18 años, siguen y se extienden a otras asignaturas. «El que ha hecho la ebau de mates ha pasado por 3 divorcios, han muerto 6 de sus gatos en el último mes y se le han mojado los calcetines». Dislate tras dislate, llegué a dos conclusiones igual de descorazonadoras. Son los bachilleres de la pandemia. Ellos no lo eligieron pero dos años después el sistema educativo les ha cicateado conocimientos y responsabilidad. Llevan meses insinuándoles que les iban a medio regalar el acceso a la Universidad. Porque eso de esforzarse hasta la extenuación vende poco y mal y el humo adorna nuestras vidas. Me temo que la Ebau postpandemia es otro invento titiritero alargado en el tiempo, otro somnífero denostado por profesores como mi amigo. No solo eso. La perversión alcanza a que chavales de Madrid y Andalucía, de Murcia o Extremadura se insulten sin haberse cruzado en el patio a cuenta del ventajismo educativo de una comunidad u otra. Diecisiete, ya saben. Les roban la Ebau y nos roban los sueños.