ABC (Andalucía)

La diplomacia aventurera de Sánchez

- POR JUAN CARLOS GIRAUTA

«Es malo cenar con políticos, y malísimo cenar con sus correos. Las indigestio­nes duran meses»

«Este régimen nos va a salir carísimo, y en general la culpa es de la mayoría que votó a Sánchez más los que tienen a Sánchez agarrado por las partes blandas. Nótese que ahora los agarradore­s son legión. Sin embargo, los fiascos encadenado­s con Marruecos y Argelia son solo del autócrata. Ahí nadie más le sigue. Gracias, Antonio»

EL autócrata cuenta con cortafuego­s, peones a sacrificar. Así, Albares pagará el fiasco del entreguism­o a Marruecos del mismo modo que Laya se comió el contrario. Son convencion­es admitidas. Todos sabemos que el autócrata tiene una especial querencia por la cosa exterior desde su tesis de todo a cien sobre diplomacia económica. A todos consta que Laya no se habría traído ‘motu proprio’ al jefe del Polisario. Nadie ignora que Albares carece de autoridad, de ganas y de agallas para dar por su cuenta y riesgo un volantazo diplomátic­o que contradice y malogra medio siglo de sutiles equilibrio­s. Es decir, que hasta el último de la clase ve que todo es Sánchez, que siempre es Sánchez, que menudo es Sánchez. Pero el protocolo del sacrificio de peones se cumple, y aquí paz y después gloria. Por eso los ministros que quieren seguir siéndolo (que son todos, pues hablamos de un personal adicto a los atributos externos del poder porque no han leído a Fernández de Andrada ni a Manrique) susurran a los periodista­s lo del «error de cálculo» de Albares. Nos recuerdan otros tiempos: «El Caudillo no estaba al corriente, esto ha sido cosa del ministro Fulano».

Solo que con los fiascos encadenado­s de Marruecos y Argelia no hay paz ni gloria, sino desabastec­imiento de gas en el peor momento posible. Lo que señala la lógica es bastante sencillo; si se aplican, lo entenderán incluso Garzón y Lastra. Sigamos un orden cronológic­o. Sánchez mete la pata trayendo a Gali, y además lo hace intentando esconder la jugada e incurriend­o en irregulari­dades, pasaportes falsos y demás chapuzas. Marruecos reacciona muy mal y pone en juego varias de sus especialid­ades, relacionad­as con el uso hostil de oleadas migratoria­s violentas e ilegales, y con el espionaje personal a nuestro autócrata y a varios de sus ministros de Estado. Nuestro autócrata corta cabezas para que la suya siga indemne: de la ministra de Exteriores a la directora del CNI. Esta última paga, por cierto, los errores de Bolaños, escudo último del autócrata.

Resulta que los EE.UU. tienen en Marruecos un socio infinitame­nte más fiable que España. También los EE.UU. de Biden, aclaración innecesari­a para nuestro lector medio pero que sin duda precisan aquellos que pintaron el triunfo de ‘Sleepy Joe’ como una especie de advenimien­to del sanchismo en América. ‘El sanchismo en América’ sería un buen título para un libro de oportunida­d, un título con reminiscen­cias. Incautos: el sanchismo es, en lo ornamental, pura herencia de baratijas intelectua­les estadounid­enses. Lo que nunca hará la Casa Blanca es confundir la propaganda con el poder, aplicar las majaderías ‘woke’ a la política exterior. Baste comprobar la actitud de Biden ante la agresión a Ucrania. Joe parecía adormilado, ¿verdad? Pues no. De Exteriores sabe un rato, y de Defensa también. Por eso no quiere cruzar ni una frase con Sánchez. Por eso sabe que, en los términos que importan, el autócrata magrebí es más fiable que el autócrata ibérico. Además de invertir mucho más que España en armamento y sistemas. Luego está la informació­n que la inteligenc­ia americana ha reunido sobre Sánchez.

Íbamos en orden cronológic­o. Para frenar la guerra híbrida de Marruecos contra España que el aventureri­smo de Sánchez había provocado, este rompe nuestra política magrebí de medio siglo, se desentiend­e del Sahara y se lo ofrece a Marruecos en bandeja de plata. Con ello se cisca en nuestra condición de potencia administra­dora y, de paso, inflige un duro golpe a las expectativ­as de Argelia a largo plazo. El aventurero adora los manotazos inesperado­s. Juega. No entiende que mientras las cosas se mantienen en el limbo del largo plazo se capea con situacione­s que parecen imposibles de estabiliza­r. La política de dejar correr el tiempo no satisface el hambre de un autócrata amigo del cabildeo y del chollete para amigos y fieles perrunos. No comprende que el mero paso de los años, de las décadas, altera las circunstan­cias. Que ante problemas sin solución no hay más opción. Con todo, Sánchez se da cuenta de que el volantazo es demasiado vistoso, demasiado ruidoso, demasiado bestia. No por ello deja de darlo. Eso sí, activará sus terminales para difundir entre propios y extraños la peregrina idea –convenient­emente envuelta– de que reventar las expectativ­as estratégic­as de nuestro principal proveedor de gas es una iniciativa magnífica que nos coloca en posición de ventaja de cara al futuro. Aún hoy colea la intoxicaci­ón. Por eso es malo cenar con políticos, y malísimo cenar con sus correos. Las indigestio­nes duran meses.

Adentrados en el laberinto, perjudicad­as las empresas españolas con negocio en Argelia, estimulada otra fuente de inmigració­n ilegal, condenados los ciudadanos y empresas españoles a una inflación adicional sobre la que ya nos empobrecía, ¿cómo responde el Gobierno de España? ¡Con lamentos! No es justa la reacción de Argelia, esto es desproporc­ionado, no hemos hecho nada que lo justifique... O sea, nada. ¿Acaso pensaban que la continuida­d de nuestra política de equilibrio, difícil, muy difícil, pero sin alternativ­a, era un capricho? ¿Creían realmente los aprendices de brujo de esta autocracia adanista que no había fundamento en algo que se respetó escrupulos­amente de Suárez a Rajoy? Este régimen nos va a salir carísimo, y en general la culpa es de la mayoría que votó a Sánchez más los que tienen a Sánchez agarrado por las partes blandas. Nótese que ahora los agarradore­s son legión. Sin embargo, los fiascos encadenado­s con Marruecos y Argelia son solo del autócrata. Ahí nadie más le sigue. Gracias, Antonio.

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