ABC (Andalucía)

Malestar entre los diplomátic­os por no prever una crisis anunciada

▶ Critican la gestión «personalís­ima» de un ministro que no admite consejos de veteranos

- ANGIE CALERO

Es «de primero de diplomacia» que hay que mimar a los dos países, pero un poco más a Marruecos

En los pasillos de la nueva sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid se respira malestar, inquietud y preocupaci­ón desde que Argelia anunció el miércoles la ruptura del Tratado de Amistad y la posterior suspensión de operacione­s comerciale­s con España.

Los miembros de la carrera diplomátic­a sienten también impotencia, ya que consideran que la crisis se veía venir y, por tanto, era evitable. «Tras el giro en la postura de España sobre el Sahara Occidental, Argelia esperaba el momento para reaccionar con una buena pataleta», apunta a ABC un funcionari­o del ministerio, al tiempo que añade que Pedro Sánchez se lo puso en bandeja el pasado martes, cuando afirmó que la decisión de posicionar­se con Marruecos era algo «positivo». Argelia vio entonces la oportunida­d para descargar la furia contenida desde marzo, cuando España se posicionó a favor de Marruecos en la cuestión del Sahara Occidental para hacer las paces con su principal enemigo.

«La sensación general es que Albares tiene los días contados. Todo dependerá de cómo vayan las elecciones andaluzas, pero está muy quemado. Y además tiene un jefe sin escrúpulos para cortarle la cabeza a quien sea. Se cargó a Carmen Calvo, a José Luis Ábalos... a gente con mucho más peso que Albares», explica otro diplomátic­o del ministerio, quien considera que el todavía jefe de la diplomacia española tiene un perfil muy político y que «prácticame­nte no tiene experienci­a como diplomátic­o»: «Si Sánchez hubiera dejado el ministerio a cargo de un diplomátic­o de verdad, no estaríamos en esta situación».

Opina lo mismo otro diplomátic­o veterano que se encuentra en una misión en el exterior, quien reconoce que mantener el equilibrio con Marruecos y Argelia «es de primero de diplomacia y es tan básico como que sabes que hay que cuidar a los dos»: «Tienes que mimar a los dos países, pero un poco más a Marruecos. Es lo que han hecho todos los gobiernos, ministros y diplomátic­os desde hace años», explica la misma fuente. Una táctica «muy vieja, pero que siempre funciona», sobre todo si se complement­a manteniend­o conversaci­ones muy fluidas con las dos partes y unas formas propias de un diplomátic­o exquisito y experiment­ado. Y es que «en el ministerio la gente

ni siquiera está en contra del giro de España en el Sahara –porque todo el mundo entiende que quizá es algo que hay que hacer y que tiene sentido–, el principal problema ha sido cómo se ha hecho», advierte este diplomátic­o. Y repite: «Esta técnica no tiene ningún misterio y no es ninguna ciencia, pero sí requiere una experienci­a que Albares no tiene».

Inocencio Arias, diplomátic­o ya retirado, que fue consejero en la embajada de Argelia, dice que «lo increíble es que haya habido esa falta de previsión tan descomunal» y que esta crisis «nos va a costar bastante». Matiza que «esto no es cataclísmi­co, pero sí es un tema muy serio». Aprecia que aunque Albares «no sea ni Metternich ni Kissinger», está seguro de que «en algún momento avisó a su señorito de que esta crisis se podía avecinar». «Debió decirle algo y su señorito miró para otra parte. ¿Por qué ha mirado para otra parte? Este es el misterio, porque Sánchez idiota no es», concluye Arias.

Un compañero todavía en activo se aventura a ir algo más allá y apunta a que las escuchas de Pegasus podrían estar relacionad­as «con la forma tan repentina –sin consultar a su partido, el Parlamento, a su Gobierno y al Rey– de ponerse del lado de Marruecos en la cuestión del Sahara. Es muy grave, sobre todo porque además no ha tenido el apoyo de ningún partido de la cámara».

La hoja de ruta de Rabat

En el ministerio la sensación también es de regresión, como si se hubiera retrocedid­o un año atrás. «Parece una reedición de lo que pasó con Marruecos», reflexiona un diplomátic­o recién llegado a la carrera. Aprecia que Argelia «podría seguir perfectame­nte el manual de instruccio­nes de Marruecos». Lleva poco tiempo, pero está de acuerdo con los más veteranos en que «la gestión de Albares es extremadam­ente personalís­ima y despótica» y que el ministerio cuenta con diplomátic­os muy experiment­ados en los que podría delegar, pero no lo hace porque «solo confía en su pequeño núcleo de confianza».

Precisamen­te, el secretismo y la toma de decisiones en la sombra son los dos pecados capitales de Albares. Mantuvo en secreto el giro histórico de España en la cuestión del reconocimi­ento de la soberanía marroquí sobre el Sahara. «En la decisión de fondo puede estar implicado Sánchez, pero las formas importan casi lo mismo, y ese cauce es de Albares», apostilla un embajador, quien resume todo a una mera cuestión de «gestión diplomátic­a»: «Está inventada desde hace tiempo pero hay mucha gente especialis­ta en hacer estas cosas, que lleva años dedicada a ello, pero necesitas un ministro que deje a la gente trabajar».

En el ministerio hay mayor malestar por las formas en la gestión de la crisis que por el giro en la cuestión del Sahara Occidental

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// ABC Indicación hacia el Consulado de España en Argel

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