Chispas en la UE
En la última jornada, no se han producido cambios apreciables en la situación en el teatro. En Severodonetsk, punto focal del enfrentamiento en el Donbass, las tropas rusas, a semejanza de lo sucedido en Mariúpol, aunque tienen el dominio de la mayor parte de la ciudad, no parecen capaces, por el momento, de reducir las últimas defensas ucranianas parapetadas en la planta industrial de Azot.
En el plano político-militar, se percibe cierto cansancio, en forma de frecuentes chispazos, en el seno de la Unión Europea (UE). Sucedió con la aprobación del sexto paquete de sanciones a Rusia, que incluía el embargo de petróleo. Sobre éste, tras durísimas negociaciones, el Consejo Europeo solo alcanzó un acuerdo de mínimos, no ejecutivo hasta finales de este año, con excepciones ‘sine die’ para Hungría (y prórroga para otros). Asimismo, el viernes pasado, los ministros de Interior del MED-5 (España, Italia, Grecia, Chipre y Malta), reunidos en Venecia, alzaron la voz para que la UE, frente al grave problema migratorio en el sur de la Unión, adopte «la misma solidaridad y unidad mostrada hacia los refugiados de Ucrania».
Otro chispazo ha saltado recientemente por las quejas públicas del presidente polaco, Duda, contra el presidente francés, Macron y el primer ministro italiano, Draghi, por las relaciones (telefónicas) de ambos con Putin que, a juicio del polaco, «legitiman» al líder ruso. Es un lenguaje poco habitual en los canales diplomáticos y, mucho menos, en ese alto nivel de interlocución. Se puede añadir al chisporroteo la protesta polaca porque Alemania no haya reemplazado, con carros de combate alemanes, los de origen soviético que Polonia transvasó a Ucrania. La penúltima descarga acaba de saltar en Austria, condicionando la accesión de Ucrania al estatus de candidato a la UE a que, simultáneamente, también accedan a ese estatus Macedonia del Norte, Albania, Bosnia-Herzegovina y Kosovo.
Son demasiadas descargas, derivadas del imprevisto y costoso alargamiento de la guerra en Ucrania, que, en conjunto, van conformando un pequeño incendio que mina la cohesión interna de la Unión. Una senda de tensión y discrepancia que, presumiblemente, favorece la estrategia de Putin y, quizás, también la de Estados Unidos.