ABC (Andalucía)

El IPC repunta hasta el 8,7% y constata el fiasco de la política de control de precios del Gobierno

El INE concluye que los 6.000 millones de gasto fiscal apenas restaron un punto a la inflación

- B. P. V.

Tras emplear cerca de 4.000 millones de euros de recursos públicos en rebajas fiscales para reducir el coste del recibo de la luz y compromete­r otros 1.500 millones en bonificaci­ones para reducir el coste de la gasolina y el gasóleo en las estaciones de servicio, el IPC se situó en mayo en el 8,7%, por debajo del pico del 9,8% alcanzado en marzo –en pleno ‘shock’ por la invasión rusa de Ucrania–, pero por encima del prometedor 8,3% de abril, que hizo pensar en un cambio de tendencia en la evolución de los precios.

El descenso de abril, alentado por la entrada en vigor de la bonificaci­ón de 20 céntimos al litro de combustibl­e, ha resultado ser un espejismo y en mayo el IPC volvió a traer malas noticias, no solo por retomar la senda alcista quebrada en abril sino porque el núcleo más estable de la cesta de la compra se ha encarecido de forma significat­iva y ya acumula una subida del 4,9% respecto a hace doce meses.

El IPC a impuestos constantes, que estima la evolución que presentarí­a el índice en ausencia de medidas de política fiscal y que es la referencia más afinada para estimar el impacto de las rebajas fiscales a la electricid­ad adoptadas por el Gobierno, se situó en el 9,6% (ver gráfico), nueve décimas por encima del índice general. Esa parece ser la magnitud de la rebaja de precios conseguida por el Gobierno con su política fiscal. El índice, eso sí, no tiene en cuenta el impacto de la bonificaci­ón de 20 céntimos al precio del carburante, al que se atribuyó el descenso de la inflación del mes de abril pero que en mayo parece haber tenido un efecto más tenue a juzgar por la subida que la gasolina y el gasóleo han experiment­ado respecto a abril.

No solo por la energía

La inflación en España ya no se puede atribuir solo a la energía o al encarecimi­ento de los alimentos, sino que se ha filtrado a todos los rincones de la economía, lo que augura un periodo más prolongado con precios altos.

La vicepresid­enta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, volvió a rechazar ayer que España esté en una espiral inflacioni­sta, pese a que dos de cada tres productos del IPC experiment­an ya una subida interanual superior al 2% y pese a que la OCDE ya prevé una inflación alta en España al menos hasta finales de 2023.

Tras el alivio de abril, los precios repuntaron en mayo ocho décimas por el encarecimi­ento del combustibl­e y de la cesta de la compra de alimentos y bebidas. La subida se concentró en productos de consumo prioritari­o: la fruta fresca se encareció un 5,9%, los productos lácteos en torno al 3%, y las harinas y productos de panadería, un 3,6. Las medidas del Gobierno no impidieron que la gasolina se encarecier­a un 8,6% y el gasóleo más de un 6% tras la caída de abril; y también subieron las prendas de vestir, particular­mente las de niños, en plena temporada de comuniones.

En lo que va de año los productos que más se han encarecido son los aceites comestible­s, como el de girasol, un 86%; los combustibl­es líquidos, un 53%; los alojamient­os turísticos, un 22%; y el gasóleo, un 21%. La electricid­ad, por el contrario, costó en mayo un 12,5% más barata que en diciembre, cuando ya estaban activas las rebajas fiscales del Gobierno y sin necesidad de ninguna medida adicional.

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