ABC (Andalucía)

España vive en el alambre

La selección se acostumbra a que sus partidos se decidan por la mínima y a sufrir en los últimos minutos

- JAVIER ASPRÓN

Avanza España en esta infinita fase de grupos de la Nations League casi sin descanso, hoy ya instalada en Málaga tras volar directamen­te desde Ginebra y afrontando la víspera del último escollo, de nuevo frente a la República Checa. Ante Suiza llegó la ansiada primera victoria, un bálsamo necesario tras los dos empates anteriores y un refuerzo para seguir peleando por la competició­n, por más que las sensacione­s que dejó el equipo nacional no provoquen un ataque de euforia. Se aplaude, y mucho, la mejora en el aspecto defensivo, talón de Aquiles ante los checos. Diego Llorente y Pau Torres sujetaron mejor los contragolp­es rivales de lo que lo hicieron Eric García e Íñigo Martínez en el duelo anterior, pero más allá de eso gustó la presión colectiva, la organizaci­ón del equipo y el atosigamie­nto ejercido a un equipo, el suizo, que por otra parte dejó claro que no pasa por su mejor momento. La aparición de Marcos Llorente en el once, sus piernas y sus pulmones, jugaron también un papel esencial para dar mayor rocosidad al centro del campo, así como el regreso de Morata a la posición de nueve. Pese a no marcar, el delantero se vació una vez más y facilitó el trabajo de sus compañeros.

Hasta ahí lo bueno, porque España cayó también en errores que empiezan a ser recurrente­s en la etapa de Luis Enrique.

Después de una primera mitad de gran nivel, con dominio absoluto del juego, la selección se vino abajo durante un buen tramo del segundo acto, a merced de Suiza y arriesgand­o el empate. No era un partido para sufrir, y por momentos se pasó francament­e mal.

Empieza a ser un síntoma de esta selección, a la que poco se le puede reprochar en cuanto a resultados, el tener a los aficionado­s en un grito. Por más que se tiranice la pelota, incuestion­able la superiorid­ad de España en ese aspecto, no se acaba de rubricar ni de redondear. De aspirar al sobresalie­nte. Ocurre con más frecuencia desde que el selecciona­dor inició su segunda etapa, en septiembre de 2020. A partir de entonces ha dirigido 30 partidos, de los cuales ha ganado poco más de la mitad, 16. El resto se dividen en 10 empates y 4 derrotas. De esos 16 triunfos, siete se han conseguido por la mínima. Es decir, en 21 de los 30 encuentros el resultado pendió de un hilo hasta el pitido final. España vive en el alambre, y bien que se lo recuerdan a Luis Enrique en cuanto se tiene oportunida­d: «Creo que es un partido para sentirnos orgullosos. Me voy contento por la personalid­ad de los jugadores, por la actitud, por querer hacer el segundo gol aunque no se haya conseguido».

A España empieza a costarle un mundo sacar adelante los partidos oficiales. No consigue una victoria por más de un gol desde septiembre del año pasado, cuando ganó a Kosovo en Pristina

(0-2), e incluso ahí el segundo gol, obra de Ferran, solo pudo celebrarse en el minuto 88. Desde entonces no ha dejado de sufrir para lograr sus objetivos. En la Final Four de la pasada Nations League ganó a Italia (1-2) y perdió por idéntico marcador ante Francia en la final. También se sintió angustia en la búsqueda de la clasificac­ión directa para el Mundial, resuelta de forma satisfacto­ria con sendos 1-0 sobre Grecia y Suecia en los partidos decisivos. Incluso viajando más atrás, se recuerdan los problemas de España para salir victorioso. En la primera fase ganó solo un partido de tres, y las eliminator­ias las solventó una en la prórroga y otra por penaltis antes de caer en la semifinal, de nuevo por penaltis, ante Italia. En total, solo una victoria clara en los 90 minutos reglamenta­rios que dura un encuentro. El inicio de la nueva edición de la Nations League no ha sido diferente, en espera de ver lo que sucede mañana en La Rosaleda.

Los riesgos de Unai Simón

Los de Luis Enrique no consiguen una victoria por más de un gol desde septiembre de 2021, cuando ganaron a Kosovo 0-2

Del partido de Ginebra resuena también la actuación de Unai Simón, al que sus riesgos con el balón en los pies estuvieron a punto de jugarle una mala pasada. No es la primera vez, pero el cancerbero del Athletic sabe que tiene en Luis Enrique a su defensor más vehemente: «A mí no me pone nervioso. En la toma de decisiones es un jugador experto y estoy encantado. Es que soy yo quien le dice que tiene que salir jugando el balón. No sé otra manera de hacer llegar el balón en condicione­s a los delanteros ni quiero saberla. ¿Que comete un error? Pues como Pepe, Lucas o Manolo... Todos los cometen. Entiendo que a quien no le guste esto se ponga nervioso, pero es así como vamos a jugar siempre».

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// RFEF / PABLO GARCÍA Sergio Busquets, capitán de la selección, a la llegada del equipo al aeropuerto de Málaga

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