Multar y prohibir
Basta ya de tratarnos a base de fustazos cerriles como si fuésemos idiotas. Semejante tiranía resulta insoportable
EL frenesí que atrapa este Gobierno a la hora de multar y prohibir resulta digno de estudio. Pues menos mal que son de izquierdas… Cuando era un crío se suponía que la izquierda molona destilaba su atractivo en la barra libre, digámoslo así. Amor libre, porro libre, prohibido prohibir, melena larga y libre, minifalda corta y libre, desnudo integral en el cine y en las playas con o sin depilación libre, fuchinga libre, uñas de los pies como garras de buitre libre, acampada libre, cineclub libre con película coñazo libre, libertad sexual (pronunciese ‘sesual’) en Dinamarca para la gente libre de pensamiento. La libertad total de zafarrancho golosón representaba la bandera de la izquierda.
Pero cuando mandan, supongo que en vista de su inutilidad a la hora de gestionar con un mínimo de sensatez, les entra el berrinche, les posee el censor y el represor que llevan dentro y entonces fingen preocuparse por nosotros para dictar normas, ordenanzas. No comas carne, no fumes, no bebas vino o cerveza cuando el menú de mediodía, no agarres el coche, ojito con los refrescos azucarados, cuidadín con la basura y si no la reciclas eres un bastardo insolidario, en fin. Ahora planean multar hasta con 500.000 euros a los bares y supermercados que tiren comida reiteradamente. En mi casa, como en tantas otras, salvo por motivos de putrefacción, nada se arrojaba. Los restos del almuerzo se recomponían al día siguiente añadiendo otro producto. Ignoro si hemos abandonado estos hábitos, desde luego no en la morada de mi madre. En los hogares era un pecado y una falta de educación dejar restos alimenticios en el plato. Y nunca se admitían caprichos. Desconozco si, las nuevas generaciones, nutridas a base de bollería y pizzas a domicilio, renunciaron a estas costumbres. Si así fuese, que se les eduque en la contención, no en el despilfarro y la fantasía. Pero, por favor, basta ya de multar y prohibir, basta ya de tratarnos a base de fustazos cerriles como si fuésemos idiotas. Semejante tiranía resulta insoportable.