Que te mire Juanma
El feminismo liberal se hace moderno sin dejar de ser clásico
LAS elecciones permiten el florecimiento de un estilo periodístico muy disfrutable que podríamos llamar prosa electoral. Se divide en la prosa técnica de los sondeos y otra, que preferimos: la prosa electoral humana, que brota como boletus cuando el político, su lado humano, se echa al mercado a abrazar a las pescaderas.
Una querida compañera de ‘El Mundo’ ha firmado lo que para mí, humildemente y sin ironía alguna, es una joya del género, género no por estacional menos granado.
La pieza está dedicada a Manuela Villena, ‘Manu’, mujer de Juanma Moreno Bonilla y explicación de su éxito. Quien más quien menos pensaba que eran los votos de Vox, pero no, es su mujer, aunque Manu no sea costilla de nadie. El feminismo liberal evoluciona y se hace moderno sin dejar de ser clásico: al reconocimiento de la abnegada ‘mujer de’ se une el canto a la mujer plena, libre y empoderada. Por eso, sin olvidar el «discreto segundo plano» que tan bien ocupa doña Manuela, se enumeran sus muchas virtudes (que por suyas son también un poco del marido): trabajadora, sensata, bella, humilde, familiar, delicada y encima politóloga. La número uno de su promoción, 27 matrículas que le permiten mirarlo todo desde la politología. También «le encanta leer, y es muy deportista», y además concilia y se levanta a preparar los táperes a los niños, y aquí cabría pedirle al candidato Moreno que no fuera tan moro y colaborara un poco, aunque comprendemos las muchas ocupaciones de quien hace 3.000 kilómetros a la semana «porque quiere llegar a cada andaluz para mirarlo a los ojos». No debe de ser ninguna tontería el poder óptico de don Juanma, pues así sucumbió su mujer. Fue en NNGG, organización a la que tanto debemos y donde se conocieron. Nos lo revela la periodista: «Un día él le pidió que le acompañara a la boda de unos amigos. Allí Juanma la miró a los ojos y le pidió que se casara con él. ‘Y le dije que sí’». Pero cómo iba a decir que no, si la miraba el rayo fulminante de la integridad y de la más serena inteligencia, el infinito en el iris de Juanma Moreno, ¡cómo iba a decir que no!