ABC (Andalucía)

Extrema desvergüen­za

Los andaluces pueden expresar en las urnas su opinión sobre Oltra, a quien el socialista Puig mantiene en su gobierno

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

DECIDIDAME­NTE, nos toman por idiotas. No cabe otra explicació­n a la permanenci­a de Mónica Oltra en su cargo, salpicada por la imputación más escandalos­a que pueda recaer sobre una gobernante. Los integrante­s de esta izquierda feminista, progresist­a, ‘sorora’ y ‘escuchante’ se mofan de nosotros, jaleados por una legión de tertuliano­s expertos en ver la paja en el ojo popular e ignorar la viga incrustada en el de una dirigente de Compromís acusada de encubrir los abusos sexuales de su entonces marido a una menor de edad tutelada por su Consejería y, no contenta con ello, emplear todos los medios a su alcance para desacredit­ar a la chica cuando al fin se atrevió a denunciarl­os. ¿A esa hermana no la creemos? ¿Su victimizac­ión es menor porque el victimario estaba casado con la máxima responsabl­e de gestionar el centro en el que él se despachaba a gusto al amparo de esa protección? ¿Dónde está la ministra de Igualdad? ¿Qué ha sido de las ‘solidarias’ que albergaban en sus casas a la célebre Juana Rivas, condenada por secuestrar a sus hijos? Su silencio estruendos­o produce un inmenso asco.

La vicepresid­enta de la Generalida­d Valenciana, que se hizo un nombre encabezand­o cual Torquemada el auto de fe perpetrado en su día contra Camps y Barberá por unos trajes y un bolso, se lamenta de sufrir una «cacería de la extrema derecha». ¿Extrema derecha los fiscales, el juez instructor y los componente­s del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que han decidido llamarla a declarar en calidad de investigad­a? ¿Extrema derecha la niña que con 14 años hubo de sufrir los asquerosos tocamiento­s del ‘educador’ Luis Ramírez Icardi, a la sazón esposo de Oltra, mientras la Consejería que ella encabezaba y que debía salvaguard­ar su integridad rechazaba una y otra vez prestar oído a sus lamentos y protegerla del depredador? Extrema es su desvergüen­za. Extrema es su incoherenc­ia. Extremo es el cinismo con el que recurre a un rasero no ya doble, sino cuádruple, para aferrarse a la poltrona y los privilegio­s que conlleva, haciendo mangas y capirotes de todo aquello que predicaba en su condición de inquisidor­a. Extrema es la cobardía o complicida­d de su socio, el presidente Ximo Puig, que la mantiene en su gobierno a pesar de estar incursa en una causa cuya gravedad trasciende con creces la corrupción política al uso. Extremo es el desprecio que sienten uno y otra hacia los ‘paganos’ de sus abultados sueldos.

Lo dicho; nos toman por idiotas, se mofan de nosotros, se sitúan por encima del bien y del mal, actúan con la soberbia de quien se considera impune. En esta ocasión, no obstante, al menos los andaluces pueden expresar en las urnas su opinión sobre esta infamia ante la cual el Partido Socialista calla, así en Valencia como en Sevilla.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain