Contra la fatiga europea
El paso de considerar a Ucrania país candidato puede crear una falsa expectativa que lleve a la frustración
La decisión de considerar a Ucrania país candidato a la adhesión es sobre todo una medida contra la fatiga europea. La invasión rusa se ha convertido en una guerra de desgaste y tiene todas las trazas de durar mucho más tiempo. Los dirigentes europeos acusan el esfuerzo de profundizar en unas sanciones que complican la situación económica. Hace seis meses Ucrania estaba muy lejos de ser un país con un Estado de derecho asentado, capaz de mantener a raya la corrupción y su Gobierno no controlaba su propio territorio.
En circunstancias normales, Kiev nunca hubiera obtenido la invitación de la UE, que ha iniciado la Comisión y debe aún ratificar en el Consejo Europeo, donde el requisito de la unanimidad entre veintisiete socios puede revelar fracturas. El ingreso de un nuevo Estado miembro en la Unión supone una doble mutación constitucional, del aspirante y de la misma UE. El ideal de comunidad de derecho en el que se asienta la integración puede verse debilitado si se rebajan los requisitos de entrada. Además, la ampliación a los Balcanes occidentales se complicará: el grado de cumplimiento de criterios europeos de estos candidatos es a todas luces mejor que el de Ucrania. A cambio, no hay gran entusiasmo en Bruselas para facilitar a corto plazo su ingreso y asumir unas consecuencias institucionales muy serias.
Por otra parte, el paso de considerar a Ucrania país candidato puede crear una falsa expectativa que lleve a la frustración. Por eso hay que decir la verdad sobre el posible plazo de ingreso, mucho más dilatado en el tiempo y con más condiciones que en adhesiones anteriores. A diferencia de Turquía, Ucrania llamará a la puerta con insistencia. Macron propuso hace unas semanas la creación de una comunidad política europea que cobijara a países europeos limítrofes, sin necesidad de tensar las costuras de la UE. Pero este enfoque pragmático es superado ahora por un gesto excepcional. Se trata de un antídoto contra la fatiga, un revulsivo que nos reconecta con los valores compartidos y nos impide retirar la mirada de lo que pasa en Ucrania.