Oro verde en las marismas del Tinto y el Odiel
Un estudio de las Universidades de Huelva y Sevilla demuestra que especies comestibles como las salicornias tienen funciones restauradoras de suelos contaminados
Estos vegetales ocupan cada día más espacio en la alimentación humana y la capacidad de producir comida del planeta es finita
La capacidad de respuesta y adaptación de la naturaleza es sorprendente. Aporta los recursos suficientes para la supervivencia humana y en ocasiones ofrece la respuesta para resolver los problemas que el hombre le crea. Un claro ejemplo se encuentra en Huelva, en las marismas que forman las desembocaduras de los ríos Tinto y Odiel. Es una de las zonas más contaminadas del planeta por la abundancia de minerales que arrastran unos cursos de agua que nacen en el corazón de la faja pirítica onubense, yacimientos milenarios que dejan bajo la ría y el suelo un fondo cargado de metales pesados. Es la huella del corazón cobrizo de la tierra. El hombre añadió con los siglos su huella por medio de la explotación industrial.
El escenario es ideal para analizar el comportamiento de plantas comestibles como la salicornia, un producto emergente que cada vez tiene más peso en la dieta. Se trata de un vegetal con un alto contenido de carbohidratos, proteínas y ácidos grasos insaturados, los cuales son altamente provechosos para el corazón y el organismo en general. Un superalimento con mucho por aportar. Un equipo de investigación de las universidades de Huelva y Sevilla liderado por el profesor Adolfo Muñoz y con la colaboración del doctorando Israel San José demostró las posibilidades que ofrecen. Salvo en zonas muy localizadas no existe riesgo alguno para el consumo de estos vegetales y es que además pueden llegar a tener un enorme valor restaurador de los suelos degradados. Los investigadores analizaron cómo crecen en distintos niveles de exposición a estos elementos tóxicos, confirmando que pese a que acumulan grandes cantidades de metales no ven afectada su germinación, aunque sí el desarrollo de sus raíces, pero en absoluto son perniciosas para la salud.
Las marismas costeras suelen estar expuestas a altas cargas de contaminantes naturales como el sustrato mineral de ambos ríos así como por causas externas provenientes de actividades industriales, mineras, agrícolas y de transporte. En este escenario, las variedades halófitas adaptadas para sobrevivir en ambientes salobres y salados muestran alta tolerancia a la contaminación por metales. Es una respuesta interesante de las posibilidades que tienen en diferentes campos.
Estos vegetales ocupan cada día más espacio en la alimentación humana. La capacidad de producir comida del planeta es finita. La sobrepoblación exige más y más recursos. Surge entonces la duda acerca de su efecto en la salud. El profesor Adolfo Muñoz es contundente: «No hay riesgo ninguno». Una de las partes fundamentales del proyecto parte de la certeza de que el hombre debe comenzar a explotar cada vez con más frecuencia las zonas de aguas saladas porque el agua dulce es un bien escaso y muy necesario para la supervivencia. La agricultura tradicional da paso así a la puesta en producción de estuarios como el analizado. Las marismas son potenciales campos de cultivo. La salicornia es un claro ejemplo porque ya se puede adquirir en muchos mercados, es una realidad. En Huelva por ejemplo se cultiva en muchos otros estuarios con menos niveles de contaminación sin ningún tipo de problema. Lo hace sin acumular metales tóxicos por encima de niveles normales por lo que está aceptado que se puede cultivar en suelos no muy contaminados. No obstante, «en algunas zonas de Marismas del Odiel no debemos hacerlo» por lo que deben ser identificadas estas áreas. La intención del estudio es asegurar que con el consumo los metales no lleguen al organismo. El análisis demuestra que «la salicornia no lo absorbe en niveles tóxicos, no los acumula» aunque «hemos observado que en algunos puntos de Marismas del Odiel no deberíamos consumirla porque los niveles son tan altos que sí tendrían efecto».
Además, el examen arroja un resultado valioso. Las plantas que toleran los metales pueden ser utilizadas para remediar la contaminación en otros lugares. ¿Cómo? Si las plantas son capaces de absorber estos materiales tóxicos y acumularlos en sus tejidos, su presencia se convierte en un remedio ya que ayuda a eliminar los metales pesados del suelo. El equipo liderado por el profesor Adolfo Muñoz plantea con estos datos que una determinada flora pueda ser útil en el tratamiento de suelos contaminados por la acción del hombre. Una aplicación adicional como remedio a la degradación.
El crecimiento de plántulas de la variante fruticosa la convierte en «un buen candidato para el desarrollo de ensayos ecotoxicológicos», ya que este arbusto «proporciona una serie de marcadores según su forma de contaminación por metales, como puede ser el tamaño de su raíz, que indica el nivel de toxicidad acumulado». Actualmente la cantidad de consumo de salicornia al no ser muy elevada «le da más relevancia a su capacidad fitosanitaria que al consumo».