Tener cáncer, un problema laboral
En pleno siglo XXI, en el que parece que cada vez hay más conciencia sobre las enfermedades de larga duración, se siguen dando situaciones increíblemente desagradables. Mi mujer, de 38 años, enferma de cáncer y en tratamiento por ello, ha visto cómo el equipo de dirección del instituto IES La Mallola (Esplugues de Llobregat) ha decidido prescindir de sus servicios, a sabiendas de que no sólo padece dicha enfermedad, sino que ha coincidido con el nacimiento de su segunda hija.
Mi mujer, en comisión de servicios y con preferencia por antigüedad para ocupar una de las dos vacantes disponibles, ha sido descartada para continuar en el centro, sin poderle achacar ni una sola incidencia o falta laboral. Es más, ni tan siquiera han tenido la decencia de comunicárselo personalmente.
Alguien puede pensar que siendo funcionaria estará respaldada por la Generalidad, pero nada más lejos de la realidad. Las personas que deberían velar para que estas situaciones no se produzcan están más preocupadas por la burocracia que por cuidar a sus trabajadores, y al final, como en tantas otras situaciones en esta vida, el pobre/débil/diferente... sigue siendo apartado a un lado para que no moleste, por muy funcionario que seas. Eso sí, llegado el día indicado, todos lucirán orgullosos el lazo rosa en la solapa, llenándoseles la boca con reivindicaciones y consignas que, a la hora de la verdad, y cuando pueden dar ejemplo, se les olvidan, lo importante es salir guapo/a en la foto. Y yo me pregunto, ¿estas personas están educando y transmitiendo valores a nuevas generaciones? Que Dios nos pille confesados. DAVID MANCHADO NAVARRO BARCELONA