Apocalipsis oil
Este invierno no habrá calefacción, sino una paz horizontal de perro echado y obrero en paro
LA España de ‘spleen’ consumista vive su nochevieja y su solsticio de invierno en pleno junio, está más cerca de la fiesta electoral y reparte empanadillas, pinchos y buen café. Saludamos el fin de esta fiesta socialista con la gasolina por las nubes. Lo más raro de todo es que sigamos con lo de las identidades y que la autoridad competente no quiera hablar de la crisis que se nos viene encima. Una ve, mediante su sociología de café, que la cultura de la subvención y de las ayudas empieza a tener más críticas, los españoles son cada vez más pobres y menos libres.
¿Qué haremos cuando el litro de gasolina llegue a los cinco euros? Pues nos haremos todos ciclistas, porque el placer de caminar se volverá insoportable, una vez agotada la falacia poética. Por doquier proliferarán los cementerios de automóviles, brotarán malas hierbas en la M-30. Estos cementerios de coches pueden servir como hospedaje para las clases medias descapitalizadas. A la inflación ahora tendremos que sumar la factura del patriotismo petrolífero de Albares, diplomático urbano, educado y el enemigo número uno de la familia española para los que pagaremos la factura.
A este paso sucumbiremos todos de inflación, con el vientre inflado o deflacionado. La izquierda ni se inmuta, porque gobiernan los suyos. Algunas causas sociales en España han sido tradicionalmente reivindicaciones de la derecha porque las clases populares eran conservadoras, y quizás lo siguen siendo. Gran parte de nuestra clase media (hoy empobrecida) ha sido pequeñoburguesa y de derechas, el PP hizo su base en la España de ‘boutique’ y apartamento. Hoy se habla de centrismo en el proyecto de Feijóo. Céntrense, que a las clases populares no les interesa lo del centro, la derechona extrema y todo eso, sino recuperar el nivel de vida en esta nación con pretensiones que es España. El único futuro posible es deshacer la utopía y la fábula del socialismo, de penélopes con barba que comen judías frías directamente de la lata. Para quien no se haya percatado, las utopías hoy nacen en los mercados, no en la cultura de la subvención que descapitaliza al ciudadano. Ahora que las empresas están absorbiendo todas las estrategias y causas de los activistas sociales, ya sabemos cuál es el papel de la ideología en el mundo que viene. La ideología no pinta nada ni ayuda a resolver los problemas reales.
Necesitamos un Gobierno de composición política distinta, se necesitan políticos de acción y reformas de calado, empezando por las pensiones. Hasta yo, o sea, me estoy percatando de que esto de la ideología es puro vicio o entretenimiento. No podemos permitirnos ni excesos ideológicos ni una familia política elitista. Que vuelvan a pisar calle, empezando por los barrios de las clases medias empobrecidas, algo así entre barriada laboral de Europa y aldea tercermundista. Este invierno no habrá calefacción, sino una paz horizontal de perro echado y obrero en paro.