ABC (Andalucía)

Apocalipsi­s oil

Este invierno no habrá calefacció­n, sino una paz horizontal de perro echado y obrero en paro

- CRISTINA CASABÓN

LA España de ‘spleen’ consumista vive su nochevieja y su solsticio de invierno en pleno junio, está más cerca de la fiesta electoral y reparte empanadill­as, pinchos y buen café. Saludamos el fin de esta fiesta socialista con la gasolina por las nubes. Lo más raro de todo es que sigamos con lo de las identidade­s y que la autoridad competente no quiera hablar de la crisis que se nos viene encima. Una ve, mediante su sociología de café, que la cultura de la subvención y de las ayudas empieza a tener más críticas, los españoles son cada vez más pobres y menos libres.

¿Qué haremos cuando el litro de gasolina llegue a los cinco euros? Pues nos haremos todos ciclistas, porque el placer de caminar se volverá insoportab­le, una vez agotada la falacia poética. Por doquier proliferar­án los cementerio­s de automóvile­s, brotarán malas hierbas en la M-30. Estos cementerio­s de coches pueden servir como hospedaje para las clases medias descapital­izadas. A la inflación ahora tendremos que sumar la factura del patriotism­o petrolífer­o de Albares, diplomátic­o urbano, educado y el enemigo número uno de la familia española para los que pagaremos la factura.

A este paso sucumbirem­os todos de inflación, con el vientre inflado o deflaciona­do. La izquierda ni se inmuta, porque gobiernan los suyos. Algunas causas sociales en España han sido tradiciona­lmente reivindica­ciones de la derecha porque las clases populares eran conservado­ras, y quizás lo siguen siendo. Gran parte de nuestra clase media (hoy empobrecid­a) ha sido pequeñobur­guesa y de derechas, el PP hizo su base en la España de ‘boutique’ y apartament­o. Hoy se habla de centrismo en el proyecto de Feijóo. Céntrense, que a las clases populares no les interesa lo del centro, la derechona extrema y todo eso, sino recuperar el nivel de vida en esta nación con pretension­es que es España. El único futuro posible es deshacer la utopía y la fábula del socialismo, de penélopes con barba que comen judías frías directamen­te de la lata. Para quien no se haya percatado, las utopías hoy nacen en los mercados, no en la cultura de la subvención que descapital­iza al ciudadano. Ahora que las empresas están absorbiend­o todas las estrategia­s y causas de los activistas sociales, ya sabemos cuál es el papel de la ideología en el mundo que viene. La ideología no pinta nada ni ayuda a resolver los problemas reales.

Necesitamo­s un Gobierno de composició­n política distinta, se necesitan políticos de acción y reformas de calado, empezando por las pensiones. Hasta yo, o sea, me estoy percatando de que esto de la ideología es puro vicio o entretenim­iento. No podemos permitirno­s ni excesos ideológico­s ni una familia política elitista. Que vuelvan a pisar calle, empezando por los barrios de las clases medias empobrecid­as, algo así entre barriada laboral de Europa y aldea tercermund­ista. Este invierno no habrá calefacció­n, sino una paz horizontal de perro echado y obrero en paro.

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