De repente, una trituradora
Moreno no solo arrasó en las elecciones sino que ganó de calle, en formato abusón, todos los duelos individuales dentro de la batalla general. No hace rehenes Juanma
En casi todas las elecciones siempre hay un par de ganadores y casi ningún derrotado. Los que palman hallan una excusa que justifique el naufragio mientras que los que no ganan descubren una ‘evolución positiva’ en ese extraño caleidoscopio que es la política. Eso valía hasta ayer mismo, una fecha ciertamente histórica en la que Juanma Moreno se ha convertido en el único ganador de unas elecciones andaluzas en las que, además, ha derrotado a todos los rivales en los duelos individuales planteados. Ha hecho papilla a Espadas, ha parado los pies a Olona, le ha merendado todos los votantes a Marín y ha dejado a las populistas Nieto y Rodríguez con una presencia prácticamente testimonial en el panorama político regional, con todo el ‘mapamundi’ andaluz, las ocho provincias, tintado de azul. Ni rastro de rojo en Andalucía, ni un resquicio de ese «orgullo rojo» que Pedro Sánchez sacó a pasear en una campaña en la que al PSOE le hubiera convenido que se quedase en La Moncloa con Begoña y las niñas. A estas alturas, Sánchez solo lastra, como Adriana. Lo único rojo que deja el 19-J es el arrebol de las mejillas de la izquierda, abochornada por la paliza, añorante de aquellos paseos en las urnas de los ochenta y los noventa. El sosiego discursivo, la gestión precedente en San Telmo, la moderación, la foto con la vaca talismán y con quien haga falta y esa cierta sosería (de yerno ideal para la suegra) alejada del arriquitaun radical que se taconeaba por los extremos (a izquierda y derecha) le han llevado a entrar en la historia democrática de la región y, según pintan los tiempos, de toda España.