Ni la madre que la parió
Moreno ha cambiado Andalucía como Guerra dijo que iba a cambiar España. Ha acabado con cuarenta años de mitos, prejuicios y miedo a la derecha
El socialismo toca fondo A partir de ahora para ganar el PSOE deberá convencer a los andaluces, no atemorizarlos
LA noche del 28 de octubre de 1982, mientras la euforia socialista colapsaba los salones del hotel Palace, Alfonso Guerra pronunció una frase que retrataba aquella encrucijada histórica que vivía el país: «Vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió». El contundente triunfo del PSOE en aquellas elecciones generales enterró definitivamente el franquismo sociológico y abrió las puertas a una nueva era. Con sus aciertos y sus fracasos, pero una nueva era.
El momento que vive Andalucía es similar a aquel cruce de caminos del 82. El resultado de 2018 que llevó a Moreno a la Presidencia fue una alineación astral, producto de la baja participación socialista y la irrupción de dos partidos de nuevo cuño, Ciudadanos y Vox. Las urnas debían ratificar ayer si Andalucía realmente ha cambiado o si aquel resultado electoral había sido un accidente, una raya en el agua de la historia.
¿Que si ha cambiado? No la conoce ni la madre que la parió. Andalucía demostró ayer que ya no vota condicionada por fantasmas atávicos, prejuicios ideológicos ni mitos apocalípticos. Las urnas pusieron punto final a una etapa histórica de cuarenta años —tan larga como el franquismo— en la que al PSOE le bastaba con agitar los miedos para imponerse elección tras elección. Cuatro décadas después, el PP se ha desprendido del sambenito del 28-F que heredó de la UCD. Juanma Moreno lo ha logrado sin estridencias, con un liderazgo sereno y apocado, apostando por la moderación en la forma y en el fondo. Los andaluces querían un cambio tranquilo, no una patada en el tablero, y Moreno ha interpretado perfectamente esta pulsión.
Los socialistas tendrán que revisar el manual de instrucciones electoral. Llevan dos elecciones apelando al miedo a la derecha como único argumento y han cosechado los dos peores resultados de su historia. El PSOE no ha hecho prácticamente oposición en estos cuatro años, ni ha elaborado un programa de gobierno alternativo. La única propuesta que ha trascendido en la desordenada campaña de Juan Espadas es que iba a recuperar el impuesto de sucesiones. Creían que bastaría con agitar demagógicamente los miedos de siempre, pero denostar al rival ya no le vale al PSOE ni para movilizar a sus propios electores; mucho menos para convencer a votantes de otros partidos. El traje de superman con la bandera de Andalucía en la capa que habían utilizado los socialistas desde 1982 y que les hacía invulnerables ha perdido sus poderes. Se acabó el ganar sin bajar del autobús. A partir de ahora para triunfar tendrán que convencer a los andaluces, no atemorizarlos, y demostrar en el día a día que sus propuestas son mejores que las de sus rivales.
Vox ha fracasado en su propuesta de acometer un cambio más radical en Andalucía. Ha cometido dos fallos garrafales: el primero, pensar que los andaluces pensaban que las reformas que ha acometido Juanma Moreno eran insuficientes. El segundo, al elegir como
candidata a Macarena Olona, cuyo tono altivo y prepotente entusiasma a los votantes del partido, pero no es el más adecuado para ampliar el nicho electoral. La cuentas de Vox al convocarse las elecciones pasaban por doblar los doce diputados que obtuvo Francisco Serrano en 2018, por lo que los dos diputados que ha sumado la formación solo pueden interpretarse como decepcionantes.
La extrema izquierda ha pagado el caos interno en el que está sumida, incapaz siquiera de presentarse ante los andaluces con una única voz. Y a Ciudadanos le ha matado el voto útil: sus últimos electores han entendido que cada apoyo a Juan Marín era un voto menos para Juanma Moreno.
Fracaso de Sánchez
Las elecciones andaluzas son, por otra parte, un aviso terminal para Pedro Sánchez. El presidente se ha dejado ver lo suficiente en la campaña electoral como para no valorar el fracaso de Espadas como un asunto ajeno. Sánchez defenestró a Susana Díaz por caer hasta los 33 escaños en Andalucía y su candidato ha logrado tres menos. Sánchez sabe que si se mantiene este escenario electoral en Andalucía nunca podrá ganar las elecciones generales, y que gran parte de la culpa de esta situación es suya.
El 19-J ha diseñado una Andalucía que no la reconoce ni la madre que la parió, y apunta también a una España muy diferente de la que hoy conocemos. El cambio sociológico no atañe solo a Andalucía, y no concluye en esta noche electoral.