Ucrania, con amor
Kiev, más que cariño, necesita armas
Ya que los hispanorromanos visigodos no pudieron detener a los musulmanes en el Guadalete, Carlos Martel tuvo que hacerlo en Poitiers, pues estaban dispuestos a merendarse Europa. Hoy, el peligro llega del este, donde Ucrania intenta detener la acometida rusa, en una lucha tan desigual como heroica, y conocemos lo que Putin entiende por su país: es ruso todo aquello que lo fue en un momento de su historia o viven rusos que conservan su lengua y tradiciones. Algo que ocurre en Ucrania como en los tres pequeños Estados bálticos que lograron su independencia tras la Primera Guerra Mundial, la perdieron tras la Segunda, la recobraron con la caída del Muro berlinés y temen volver a perderla en ese sueño imperial del señor del Kremlin.
La aproximación a la OTAN de Finlandia y Suecia advierte que el miedo anda suelto allá arriba.
El zarpazo del Ejército ruso a Ucrania con la clara intención de tomar la capital, Kiev, en una ‘blitz krieg’, fue detenido por el coraje de los ucranianos, obligándoles a concentrar sus esfuerzos en el frente este y sur, donde se lucha pueblo a pueblo, casa a casa. Pero la diferencia de potencial es demasiado grande para mantenerlo indefinidamente. Los ucranianos no piden que enviemos tropas. Piden ‘sólo’ las últimas armas para defenderse de las bombas y los obuses rusos que les machacan. No viejos tanques alemanes que llevan años en un depósito de Zaragoza que habría que remozar totalmente como les prometimos, sino lanzamisiles de hombro con los que basta apuntar y apretar el gatillo, que él solo se encargará de alcanzar el blindado o la batería con su sistema de detección por calor o seguimiento electrónico. Ya verían efectos inmediatos.
De nada sirve que Ucrania ingrese en la Comunidad Europea si el objetivo de Putin es arrasar su industria y ocupar su costa del mar Negro, por donde salía su enorme riqueza agrícola. Es decir, impedirle ser una nación por sus propios medios. ¿Qué vamos a hacer los europeos? No ya por vergüenza, sino por egoísmo, espero que no nos enzarcemos en otro de nuestros debates.