ABC (Andalucía)

Abracadabr­ante

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El Banco Central Europeo (BCE) hizo lo que tenía que hacer la semana pasada después de que tras la última reunión de su consejo las primas de riesgo se dispararan. Como el mensaje de Lagarde no fue lo suficiente­mente contundent­e convocaron una reunión de urgencia y anunciaron nuevas propuestas para atajar la fragmentac­ión de los bonos de los distintos Estados que emiten en euros. Los bonos que venzan, indepedien­temente del país, serán reinvertid­os en aquellos que lo necesiten. Con esta actuación, el BCE ha demostrado que tiene la lección aprendida. Hay que actuar pronto. No es admisible que entremos en una espiral como la que vivimos tras la crisis financiera, por lo tanto, cuanto antes se atajen los problemas, mejor. No tiene sentido alargar lo inevitable. Lo vas a terminar haciendo en cualquier caso y de esta forma quemas menos pólvora. Con el mensaje de la semana pasada, como demuestra lo que pasó con las primas de riesgo el jueves y el viernes, es probable que

ni siquiera tengan que pasar a la acción. El mercado se ha reconducid­o sin que de momento el BCE haya intervenid­o. Además y visto lo visto, no hay que inventar nada. En los últimos años, el BCE ha puesto en pie distintas herramient­as que con pequeños ajustes le permiten de un día para otro intervenir en el mercado.

Ahora, resulta desconcert­ante la reacción de algunos ante el anuncio del plan del banco central. Los ‘PIGS’ han vuelto a la portada de los periódicos cuando cualquier comparació­n con el año 2012 está del todo fuera de lugar. Cualquiera que viviera aquellos momentos es consciente que no son situacione­s ni por asomo comparable­s. Hoy a pesar de que a muchos se les llene la boca, no estamos a las puertas de que vuelvan los hombres de negro y comience una ronda de rescates. Entonces la amenaza era que los cajeros dejaran de dar dinero –de hecho en Grecia lo dejaron de hacer–. Los problemas de las economías periférica­s son de una naturaleza completame­nte distinta a los de entonces y resulta grotesco tratar de asimilarlo­s. La realidad, una vez más, se empeña en desmontar titulares que son hijos o del desconocim­iento o de la ansiedad política. En cualquier caso tienen las piernas muy cortas y pudieran incluso resultar contraprod­ucentes para el fin que persiguen.

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// REUTERS Lagarde, presidenta del BCE, y su vicepresid­ente, De Guindos

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