Alivio en Zamora y angustia por los fuegos catastróficos de Navarra
► El descenso del viento y las temperaturas salvan la sierra de la Culebra
Amaina el fuego en Zamora, tras días de lucha infernal y llamas de 20 metros de altura. Pero la situación dramática se vive ahora en Navarra con una de las situaciones más críticas de las últimas décadas. Algunos ya califican los incendios desatados ayer en la comunidad foral como los más «catastróficos» de los últimos años. Al cierre de esta edición había activos hasta seis focos y al menos dos de ellos estaban fuera de control. Las llamas también han obligado a desalojar hasta nueve localidades.
Todo parece indicar que una avería sufrida por una cosechadora podría haber desatado, al menos, uno de los focos. El incendio más importante es el que se originó en las inmediaciones de la localidad de Legarda y que se ha ido desplazando hacia el norte en gran medida favorecido por las altas temperaturas, el fuerte viento que soplaba en la zona y la sequedad del suelo y la vegetación.
Dos de las situaciones más críticas se han vivido en las inmediaciones de San Martín de Unx y Ujué. El fuego se ha acercado peligrosamente a las viviendas de estas dos pequeñas localidades lo que ha obligado a desalojarlas por completo. Las llamas también mantienen cortadas a última hora de la noche la N-121 y otras seis carreteras secundarias.
La jornada fue igual de tensa en la vecina Ujué, un pequeño pueblo de unos 200 habitantes. Los bomberos optaban por evacuarla por completo ante el avance del fuego y la intensa humareda que estaba generando en sus calles. El Gobierno de Navarra ha habilitado el Monasterio de la Oliva, con capacidad para una treintena de personas.
La situación límite obligaba al Gobierno de Navarra a reactivar a primera hora del domingo el nivel 2 de alerta. El vicepresidente foral, Javier Remírez, ha calificado la situación de «altamente crítica». También ha hecho un llamamiento para evitar todo «desplazamiento innecesario».
Muchos agricultores se han echado al monte con sus tractores para tratar de realizar cortafuegos que detengan el avance de las llamas. Desde La Rioja, varias dotaciones antiincendios han estado apoyando las labores de extinción en el entorno de Valtierra, donde se sigue refrescando la tierra. También se han sumado varias dotaciones de bomberos del País Vasco.
Con un suspiro de alivio, pero también de tensión, de miedo, la zamorana sierra de la Culebra despertó ayer con buenas noticias tras haber caído la noche con un negro panorama dejado por el rastro de cenizas e iluminado por imponentes llamas. Los elementos que desde el miércoles por la noche se convirtieron en enemigos fueron los aliados para poder dar por estabilizado el que ya es uno de los mayores incendios registrados en España y el peor de Castilla y León tras consumir unas 30.000 hectáreas, la mitad de ellas de superficie arbolada. Cesó el fuerte viento, aunque se sigue muy pendiente, bajaron las temperaturas y hasta cayeron gotas de agua, convirtiéndose en un efectivo más en las tareas de extinción. Desde las seis de la madrugada ya no había llama y a primera hora se comunicó que podían regresar a sus casas a los vecinos de la veintena de pueblos desalojados.
Sin llamas pero activo
Nueve localidades navarras fueron desalojadas ante el temor de que el fuego llegara a los núcleos urbanos
Además reabrieron todas las carreteras, entre ellas las nacionales N-631, sobre la que llegaron a saltar las llamas, y N-525, y la línea del AVE Madrid-Galicia. Aunque ya sin llama, el incendio aún sigue activo, con riesgo de volver a prender, y el dispositivo desplegado ayer fue incluso mayor que el del sábado. Cerca de 700 efectivos cubrieron un perímetro muy superior a los 70 kilómetros que fue especialmente útil por la tarde, cuando volvió el viento.
La noticia del realojo fue acogida con sonrisas y caras de alegría entre los evacuados. Entre ellos, incluso refugiados ucranianos, como dos mujeres que ahora viven en Pumarejo de Tera. «Les dije, venís de una guerra y ahora esto», confesó una de las voluntarias de Cruz Roja, a quienes los evacuados mostraron agradecidos su alegría por «volver a casa» aunque con el «miedo» y la incertidumbre de «qué habría pasado con sus animales o con sus casas».